Covap terminó el año 2017 con un nuevo récord de ventas, alcanzando una facturación de 441 millones de euros, un 7 por ciento más que el ejercicio anterior, según recogen las cuentas del pasado ejercicio de la coooperativa ganadera, aprobadas ayer en la asamblea anual de socios que se celebró en Pozoblanco. En la reunión se aprobaron los informes de gestión del ejercicio 2017 y del Consejo Rector. Según esas cuentas, la cooperativa ha incrementado en el 2017 su volumen de ventas un 9%, hasta alcanzar de manera global en todas sus áreas de negocio las 934.000 toneladas. Por áreas, un 48% de la facturación ha correspondido a los productos Lácteos; un 31%, a Alimentación Animal, y el 21% restante a la actividad de Cárnicos.

A lo largo del año, la cooperativa ha invertido 8,2 millones de euros para reforzar la eficiencia y productividad de todas sus industrias. Este esfuerzo inversor, similar al realizado en el ejercicio precedente, ha permitido introducir importantes mejoras en sus instalaciones para atender los crecimientos de las producciones ganaderas previstos por sus socios a corto y medio plazo y, paralelamente, seguir apostando por la calidad de sus productos. El aumento de actividad permitió a Covap crear el año pasado 45 puestos de trabajo y cerrar el año 2017 con 708 personas empleadas, consolidándose como uno de los motores de su sector, tras acumular durante los últimos 4 años un incremento sostenido de su plantilla, que ha pasado de 566 personas de 2014 a las 708 actuales.

La compañía ha seguido apostando por la formación de trabajadores y socios con el inicio de una escuela de ganaderos, con el fin de lograr su mejor cualificación. Según el presidente de la cooperativa, Ricardo Delgado Vizcaíno, «2017 ha sido un año muy positivo para Covap, gracias, fundamentalmente, al esfuerzo de trabajadores y socios». Para Delgado Vizcaíno, «merece destacar la importancia que para la cooperativa tienen las cuestiones medioambientales, el bienestar y la sanidad animal». Por ello, dijo, «se aborda con firme decisión la correcta gestión de los residuos ganaderos y el uso racional de antibióticos», y «diseñamos un código de buenas prácticas» para lograr «un modelo de granja totalmente sostenible», en el que los ganaderos se implican.