Los olivareros lucentinos están padeciendo con rigor en los últimas días las consecuencias de una gran ola de robos de aceituna, la mayor que se recuerda desde hace una década. Antonio Cañete, presidente de la Cooperativa Nuestra Señora de Araceli, entidad perteneciente al Grupo Hojiblanca, informa que en la última quincena se pueden haber sustraído unas cien toneladas de fruto y que ayer mismo tres socios de la entidad fueron a verle para darle cuenta de que habían sido robadas varias fincas, de una de las cuales se habían llevado unos diez mil kilos.

Pese a la exigua cosecha de este año, que podría ser un 65% menos de lo normal, estos olivareros comprueban la facilidad con que se llevan a cabo unos delitos para cuya comisión se utiliza avanzada tecnología para el vareo y posterior recogida del fruto, por lo que los ladrones se llevan la cosecha en pocas horas.

Los olivareros lucentinos denuncian que, además de la moderna maquinaria, esta rapidez extraordinaria en llevarse los frutos de un gran número considerable de olivos en un período tan corto de tiempo les hace pensar en que se viene actuando por parte de bandas organizadas que cuentan asimismo con vehículos para el transporte y conocen perfectamente los parajes donde cometen sus delitos.

Asimismo, denuncian que la escasez de cosecha de este año está propiciando que estos ladrones tengan facilidad para vender lo robado a buen precio, pese a los controles de las compras que se vienen realizando habitualmente por parte de la Guardia Civil.

Otro dato a tener en cuenta es que tradicionalmente los olivares en los que se ceban los delincuentes a la hora de cometer los robos suelen ser los más alejados del casco urbano, como sucede, por ejemplo, con los situados en la zona de Jauja y otros entornos que distan del mismo más de una decena de kilómetros. Sin embargo, ahora están siendo afectadas también otras plantaciones situadas más cerca de la ciudad, donde los ladrones tienen más facilidad para la huida.

Durante estos días se están multiplicando los pequeños robos, que son los que, al final, suman muchos kilos sustraídos, además de cometerse delitos más considerables, que son los que ya superan las cuatro o cinco toneladas. En este orden de cosas cabe resaltar que, por ejemplo, hace dos años, se cometió en Lucena uno de los mayores robos de aceituna que se recuerda, dado que una de estas bandas organizadas robó en pocas horas 12.000 kilos de aceituna de un olivar de la zona de las Montoras, junto a la Cañada de Campo de Aras. Fueron un total de 118 olivos los que fueron arrasados a palos y de donde los ladrones se llevaron más de 100 kilos de aceituna por árbol.