El Ayuntamiento de Posadas ha ejecutado en menos de un mes el proyecto de protección y conservación del conjunto dolménico de La Sierrezuela, compuesto por dos dólmenes de la época del Calcolítico (hace 4.500 años) que fueron descubiertos en 1990 y 1991, respectivamente. Pese a que la intervención arqueológica sigue adelante, la tarea principal de recuperar el Dolmen I a su estado originario, evitar su deterioro y dotarlo de un cerramiento a través de un edificio funcional al que se podrá acceder mediante visitas guiadas, ha finalizado con un resultado satisfactorio.

La actuación arquitectónica, a cargo de Alejandro B. Galán, ha contado con el trabajo y la supervisión del arqueólogo local Rafael Fenoy, que señala que el edificio instalado es una infraestructura desmontable por si se precisara en el futuro alguna intervención mayor. La obra se ha efectuado en diversas fases rigurosamente respetadas. En primer lugar se realizó una prospección de la zona de afección de la obra, ampliada algo más de lo previsto en todo el entorno del dolmen. A continuación, se inició el movimiento de tierras para nivelar la superficie y colocar el anillo de cimentación, aislado de la tierra con un plástico especial. A las zapatas de cimentación se encuentran atornilladas las columnas de hierro del edificio, el cual se cubre con un tejado de brezo que se integra en la fisonomía del entorno. El edificio se completa con un muro ornamental que lo rodea y de una tela metálica para evitar el acceso pero que permite observar el monumento desde el exterior.

En el interior, una pasarela de madera rodea el dolmen por tres de sus cuatro caras, siendo el único lugar desde donde podrán visionarlo los visitantes. En sus diferentes tramos está pendiente ubicar tres paneles informativos sobre la vida en el Calcolítico, sus tipos de enterramientos y la vinculación de aquellas sociedades tempranas con el entorno territorial y con elementos del Universo como el sol y las estrellas. Asimismo, se instalará en otra zona un calendario solar con las actividades de aquella época.

En la tercera fase de la actuación, Rafael Fenoy llevó a cabo el vaciado de arena del dolmen por tramos de quince centímetros hasta llegar al nivel excavado en 1991, estado originario del monumento. Al mimo tiempo, se colocaban unas tirantas para evitar que cedan las lajas del dolmen, principal problema detectado hace unos años y que provocó la iniciativa de este proyecto de conservación y recuperación. En la extracción de la tierra se ha comprobado que las raíces de un pino talado en el 2013, principalmente, y las de un lentisco y dos palmitos, son la primera causa del desplazamiento de los ortostatos, retirándose la mayoría de ellas.

Por otra parte, para la inauguración, en septiembre, se colocarán en el interior del dolmen unas recreaciones de las piezas halladas en 1991 y que se encuentran actualmente en el museo de Palma del Río.