El Comité Provincial del PSOE aprobó ayer tarde, por 136 votos a favor (un 66,6% de los votos emitidos) y 68 abstenciones la candidatura de Antonio Ruiz para predidir la Diputación, una lista de 11 diputados con los que contará el partido en este mandato y la propuesta para queel mismo Ruiz sea presidente de la institución provincial. «Es una gran satisfacción que mis compañeros y compañeras hayan decidido que sea el candidato del PSOE a la presidencia de la Diputación provincial», afirmó, asegurando que «asumo esta designación con mucha responsabilidad» y «con el compromiso de trabajar por todos y cada uno de los municipios», sabiendo que «cuento con el respaldo de los miembros del Comité Provincial».

Hasta ahí la declaración oficial. Pero del resultado de la votación se extrae una primera conclusión: muchas abstenciones para una decisión de este tipo, pactada entre Córdoba y Madrid, que en circunstancias normales debería haber salido adelante sin apenas oposición (no se podía votar en contra, solo sí o en blanco).

Como ya es sabido, la cosa en Córdoba no va de sanchistas y susanistas, en Córdoba hay una tercera vía crítica, la que en su día abrió la secretaria de Organización y diputada nacional Rafaela Crespín con la exalcaldesa de Córdoba, Isabel Ambrosio, y a la que se han sumado algunos alcaldes y concejales que no comparten el proceder de la actual dirección y que ya dieron guerra con las listas al Congreso, al Senado y al Ayuntamiento de la capital.

Lo cierto es que entre la mañana del pasado lunes y las horas previas al comité el sector crítico a la dirección provincial, al que se sumaron otros alcaldes y concejales que se han visto desplazados en esta negociación, intentó hasta última hora que el Comité Provincial modificara, al menos en parte, la lista de diputados provinciales aprobada el pasado lunes por la ejecutiva. En la mañana de ayer, y una vez constatado que no contaban con el beneplácito de Madrid, barajaron la posibilidad de no acudir al comité y mostrar así su disconformidad con la propuesta, pero finalmente optaron por presentarse y votar en blanco, sin hacer ruido, aunque dejando constancia del malestar -un tercio de la asamblea que no apoya una propuesta es para tenerlo en cuenta, decían ayer, sin querer ser identificados, algunos de los críticos-. Una vez perdidos la Junta y el Ayuntamiento, la Diputación representa el poder institucional socialista más visible y no conviene seguir haciendo sangre y desestabilizando. Quizá a ello, y no solamente al pacto con IU, se refirió ayer Antonio Ruiz cuando afirmó que «es necesario que el futuro gobierno de la institución provincial tenga estabilidad, y en ello vamos a trabajar el grupo de diputados y diputadas socialistas».