FICHA

Castillo con orígenes en el siglo IX sobre una fortaleza romana y cuya configuración actual data del siglo XIII, ya en época cristiana. Fue inscrito como Bien de Interés Cultural en junio de 1985. Adjudicada una obra para poner en valor el conjunto.

La visita

El castillo es visitable los fines de semana y tras concertar cita en el servicio de turismo del Ayuntamiento (686774071).

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Hisn Luqq (cerro fortificado de Luque), Venceaire (nombre popular derivado de albenzaide) o, simplemente, el castillo de Luque son los nombres, algunos más correctos que otros, que recibe esta imponente fortaleza en el enome risco que preside la población de Luque, vigilando las puertas del actual Parque Natural de las Sierras Subbéticas, por el noreste.

El castillo es de los pocos de Córdoba que, como el de Iznájar, más podría contar hazañas de musulmanes que de cristianos, a pesar de que fue conquistado pronto por los castellanos (1240), en época del rey Fernando III y apenas cuatro años después de la toma de Córdoba. Sin embargo, la fortaleza, que reaprovechó el trabajo de los romanos, tiene su origen a finales del emirato Omeya, en el siglo IX, aunque la actual fábrica es muy posterior, ya de época cristiana.

En todo caso, el castillo fue clave en la revuelta del rebelde muladí Omar ben Hafsun, que lo conquistó y lo convirtió en la punta de lanza contra los omeyas. Se nos olvida que en aquellos tiempos la inquietud llegaba a Córdoba, no desde los paupérrimos reinos cristianos del norte, sino de los rebeldes del sur, especialmente de un castillo enemigo como el de Luque, casi en las barbas de los emires cordobeses. También la fortaleza de Luque fue decisiva en la lucha de los almohades contra la taifa de Murcia y, ya con los cristianos, clave frente a los vaivenes de la frontera de Granada y en los años de expansión de Muhamad V.

Una imagen del castillo tomada desde el bulevar frente al Ayuntamiento de Luque, en la plaza de España. FRANCISCO GONZÁLEZ

Toda esta historia se materializa en un recinto de 490 metros cuadrados con elementos de sillarejo (piedras planas trabajadas a maza y muy irregulares) y mampuesto (piedras de pequeño tamaño ‘puestas a mano’), unidas por argamasa y pequeños materiales en sus tres lienzos de murallas, una detrás de otra (por si fuera poco los precipicios que protegen dos de sus tres lados), en el que sobresalen imponentes sus dos torres. La del lado norte tiene una planta de 12x 7 metros, 1,9 metros de grosor en su muro y dos pisos de altura, cada uno con dos cámaras. Se entraba en la torre a través de una abertura a 1,2 metros del pavimento, y en el interior se conservan peldaños de la escalera que subía a la segunda planta. También destacan en el conjunto dos troneras para mantener a raya con proyectiles al enemigo y la configuración de la propia entrada al recinto, en recodo y a través de una puerta que en su día fue levadiza. Decididamente, no era nada fácil tomar el castillo de Luque. Sin olvidar la muralla exterior conectada a la fortaleza para proteger a la primitiva localidad y cuyas trazas pueden aún admirarse.

Pero lo mejor del castillo es que, además de mucho pasado, tiene futuro. Al menos eso puede pensarse tras la inversión de 180.000 euros en la recuperación de las torres del homenaje y almohade y si se consiguen ejecutar las dos fases que quedan para la puesta en valor del conjunto, con unos trabajos ya adjudicados de casi un millón de euros. Si la nueva crisis económica no estropea los planes, claro.

RECOMENDACIONES

EN EL MUSEO, MÁS SOBRE EL CASTILLO

Tras la visita al castillo, o quizá mejor antes, no está nada mal pasarse por el Museo Municipal de Luque Tierra de Fronteras, que tiene dedicada una sala a la fortaleza y es un magnífico divulgador de la historia de la localidad. Otros hitos imprescindibles es la Cueva encantada, la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción o ermitas como la de la Virgen del Rosario (junto al castillo), San Bartolomé o la de La Aurora.

NOTABLE OFERTA PARA ALOJARSE

Un cortijo rural, apartamentos, tres casas rurales, un alojamiento turístico, un hostal... Hay más de 150 plazas para hacer noche en Luque, lo que es muy conveniente si también se quiere disfrutar de sus riquezas naturales. Ahí están la Vía Verde del Aceite o la propia Laguna del Conde (Salobral). Un tercio de Luque está en el Parque Natural de las Sierras Subbéticas.

CHIVO EN SALSA, PIÑONATE Y VINO

Del trabajo en el campo vienen joyas de la gastronomía local como el chivo en salsa, guiso de cabreros típico en la romería de San Jorge, sin olvidar la afición al dulce de los luqueños, con panecillos de cortijo, mostachones, rosquetas de piñonate en Semana Santa... Mención aparte merece el vino de Luque, que ya elogió Jorge Manrique, o el resol, un licor de anís, café canela y azúcar.