Las obras que se están acometiendo en la torre del homenaje del Castillo de Priego sufrirán un pequeño retraso con respecto a la fecha que se barajaba para la reapertura al público del monumento, catalogado como Bien de Interés Cultural y declarado Monumento Nacional desde 1943.

Según ha confirmado a Diario CÓRDOBA la presidenta del Área de Urbanismo del Consistorio prieguense, Cristina Casanueva, cuando se estaban realizando los trabajos de consolidación y refuerzo en la bóveda de la tercera planta «se ha comprobado que dicha estructura estaba en muy mal estado, lo que ha hecho necesaria su demolición y la consiguiente construcción de una nueva de hormigón, por lo que son necesarios unos 20 días para que el hormigón fragüe y posteriormente se inicie la construcción de la terraza de la planta superior».

Ante este imprevisto, Casanueva indica que la empresa que se está encargando de la realización de la actuación, Hermanos Campano SL, «ha solicitado una ampliación del plazo de ejecución de dos meses, trasladando al Ministerio de Fomento dicha incidencia, que no ha puesto ningún reparo al respecto».

Pese a estos dos meses solicitados, Casanueva apunta que las obras «están muy avanzadas y marchan a un buen ritmo», por lo que señala que, «de no surgir ningún imprevisto, estarán concluidas a finales de abril o durante la primera quincena de mayo, abriéndose de nuevo al público la torre del homenaje y con ella el resto del Castillo, que desde el inicio de las obras se encuentra cerrado».

Igualmente, la responsable del Área de Urbanismo indica que, a excepción de los trabajos que se están realizando en la techumbre de la tercera planta, «en el resto de estancias del monumento la intervención se encuentra muy avanzada», habiéndose incluso ya desmontado el andamio que cubría el monumento en tres de sus caras, lo que permite comprobar buena parte de la actuación.

En este sentido, cabe recordar que, en líneas generales, la intervención ha consistido en la eliminación de los cuerpos exógenos, el más importante de ellos la techumbre a cuatro aguas de teja que se colocó en el siglo XIX en la cubierta, así como los rellenos existentes en la tercera planta, causantes de las principales patologías detectadas en el monumento.

Tras esta primera fase, se ha procedido a la inyección de mortero en la franja donde las cúpulas empujan lateralmente, dándole inercia al muro, cuyos sillares se han unido con unas pequeñas piezas de acero galvanizado, y cosiéndose con elementos metálicos las dos caras restantes de la torre. En una fase posterior se impermeabilizó la cubierta, recuperándose la tipología con la que fue concebida a finales del siglo XIII. Actualmente se trabaja en la consolidación de la bóveda de la tercera planta y se construye una nueva escalera de acceso al tejado.