Jornada desapacible ayer con lluvia y frío que no fue obstáculo, sin embargo, para el desarrollo de todas las actividades previstas en la 14º Fiesta de la Matanza en Alcaracejos. La afluencia de visitantes fue algo menor que otros años, pero llegaron personas de distintas provincias y de localidades de Córdoba para presenciar, desde las 12.30 horas del mediodía, el encendido de las candelas, el despiece del cerdo así como el aliño de las carnes y todo ello realizado a la antigua usanza. Eso sí, lo tuvieron que hacer con el paraguas, ante la incesante lluvia durante toda la mañana y que solo dio un breve respiro, pero ya por la tarde.

El protagonista fue un cerdo ibérico de bellota de unas 14 arrobas, es decir de unos 150 kilos, que fue sacrificado previamente y después trasladado junto a la placita de la residencia de mayores, donde un grupo de hombres comenzaron el proceso de pelado con aulagas, una planta silvestre a la que se le prende fuego para limpiar de pelo la piel del animal.

Espectacular resultó el despiece del cochino para ir extrayendo las mantecas, careta, morro, tocino, costillares, lomo, solomillo, jamones, paletas y así todas y cada una de las piezas, haciendo bueno el dicho de que del cerdo se aprovecha todo, hasta los andares, y es que como señalaban los matanceros «incluso el rabo se aprovecha para darle sabor al cocido».

Protegidos de la lluvia con alguna boina y gorros, estos vecinos de Alcaracejos, provistos de cuchillos bien afilados, fueron sacando estos manjares que tanto se cotizan en la gastronomía de Los Pedroches.

Muy cerca de allí, en la calle Capitán Ferrer Morales, junto al Museo de la Matanza, tres expositores, estos sí provistos de una lona para evitar el agua daban cobijo a un grupo de mujeres que recibían la carne del cerdo para proceder al aliño, para amasarla y pasarla por la máquina para embutir el chorizo, el salchichón y la morcilla. Entre ellas, Obdulia Romero, que no ha faltado en ninguna edición a la tarea de mostrar al público cómo elabora la morcilla, añadiendo a la carne «a ojo» la calabaza, la cebolla, la patata, el arroz, los ajos, la sal, el cilantro o la pimienta. Y con la sangre del cerdo para la morcilla de sangre.

Las matanceras también asumieron la tarea del escame, raspando con un cuchillo las distintas partes del cochino como las orejas, el rabo o el tocino, que también limpiaban con agua caliente, y todo aquel que quiso también pudo ver el limpiado con agua, sal y vinagre de las tripas, llamadas menudos en el argot matancero.

Este año, el Ayuntamiento ha aumentado la superficie destinada a puestos en los que se podían comprar embutidos, repostería tradicional o vino de pitarra de Hinojosa, el último reducto vinícola de Los Pedroches. Distintos colectivos locales también participaron ofreciendo productos o dando a degustar la carne frita o torreznos.

El alcalde de Alcaracejos, José Luis Cabrera, señaló que «la matanza siempre ha desafiado a la climatología al desarrollarse en esta época de invierno por lo que tuvimos claro que había que seguir pese a la lluvia» y añadió que la jornada «nos ha dejado estampas muy típicas, que se han desarrollado con el máximo rigor en cuanto a la tradición».

Al mediodía, comenzó la degustación de platos matanceros como el cocido y las migas, a la vez que se desarrolló un concurso de aceitunas aliñadas, que tuvo lugar en el museo, donde se encendió el horno y se elaboró el pan que se consumió durante la fiesta. Por la tarde fue el turno de las actuaciones del grupo de danza Los Jarales y del grupo Alcaria, que interpretaron jotas y corros, después Gambayá y actividades de animación para los niños, que gracias a esta fiesta conocen una tradición que marcó la vida de toda la comarca durante siglos. Un bingo por la noche, patrocinado por Belloterra, cerró la jornada dedicada a la matanza.