Durante una semana, del 7 al 14 de febrero, las parroquias de Aguilar y la Cofradía del Santísimo Cristo de la Salud han organizado la Rogativa al Señor de la Salud, donde han acercado al pueblo al Cristo de la Salud en cada uno de los templos de la localidad.

De esta manera, comenzaba su visita, el domingo pasado, en la Iglesia del Beato Nicolás Alberca, en el Cerro Crespo; pasaba lunes y martes en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen, bajaba el miércoles hasta la Iglesia del Hospital; el jueves, al Convento de las Descalzas; el viernes, a la Parroquia del Soterraño y durante el sábado estará en su parroquia del Cristo de la Salud, el domingo por la mañana, estará en la Iglesia de la Veracruz y el domingo por la tarde, en la Iglesia de la Candelaria. Durante estos días, los aguilarenses que profesan gran devoción al Cristo de la Salud han contado con misas, misas de unción de enfermos o con la conferencia de Juan Luis Arjona Zurera realizada durante el lunes 8.

Según Pablo Lora, párroco de la localidad, "el goteo constante no ha parado a pesar de la lluvia", refiriéndose a las visitas en los diferentes templos. Todas las celebraciones de la tarde han estado completas dentro del aforo permitido. En los templos más pequeños, "no podrá sobrepasarse el aforo" , advertía el párroco. Además, la retransmisión por las redes sociales está siendo muy visualizada.

LA LEYENDA DEL CRISTO DE LA SALUD

Según recoge la Asociación para la Defensa y Estudio del Patrimonio Histórico, Artístico y Monumental de Aguilar de la Frontera, Puerta del Agua, y recogida en los Apuntes para la Historia de Aguilar de la Frontera de José Palma Varo, en el siglo XVII, tras continuas pestes y hambrunas, específicamente la de 1611, había un Cristo de pequeñas dimensiones en una hornacina de la fachada de una casa de la calle San Cristóbal, en donde hoy se levanta la iglesia y que dicha imagen se iluminaba desde el toque del Ángelus hasta el amanecer con una lamparita que la señora de la casa cuidaba y mantenía encendida.

Al final de la calle, había una fosa común donde eran trasladados los enfermos y enterrados los fallecidos por la peste. De esta forma, un día un enfermo era transportado hasta allí, cuando la dueña mojando sus dedos en el aceite de la lámpara, hizo la señal de la cruz sobre la frente del enfermo. En el trayecto restante, «el enfermo se fue recuperando y junto a la fosa se reanimó», «el hecho, considerado como un milagro», «se comentó en todo el pueblo», describen. De esta manera, el Cristo de la Luz, pasó a llamarse, Cristo de la Salud, «al que más se encomiendan los devotos para las enfermedades difíciles», concluyen.