Rocío Cobos es madre y trasplantada de riñón, ambas realidades las ha vivido en el hospital Reina Sofía y lo cierto es que se muestra muy contenta con las dos. «Mi segunda casa era el hospital, porque mi enfermedad renal era de nacimiento y me la detectaron con tres meses», explicó ayer.

Desde aquel momento, su vida fue un constante ir y venir al hospital con un sinfín de ingresos. Con 17 años entró en el programa de diálisis y un día sí y otro no tenía que pasar entre tres y cuatro horas enganchada a la máquina. «Estuvo seis años en diálisis y lo cierto es que no es agradable estar pegada tanto tiempo a una máquina», dijo.

Sin embargo, reconoció que ella «salía bien de la diálisis» sin mareos, sin malestar, pero «era estar pegada a una máquina».

El 5 de agosto del 2005 recibió el trasplante de riñón y «todo fue perfecto». Diez años después, Rocío Cobos se plantea dar a luz y «de entrada, los médicos me ponen muchísimas trabas, pero yo quería ser madre».

El embarazo -continuó explicando Rocío Cobos- fue «muy controlado por los médicos y tuve que hacerme muchas pruebas», pero «todo fue perfecto».

«Yo quería ser madre y podéis imaginar la situación cuándo supimos que no solo venía un niño, sino que venían dos», comentó risueña. Ahora, es madre de dos niños, dos mellizos, de catorce meses, e insistió «todo fue y va perfecto». Para el jefe de la Unidad de Gestión Clínica de Nefrología del hospital Reina Sofía, Pedro Aljama, «es un caso normal, ya que de entrada, todas nuestras pacientes trasplantadas de riñón pueden ser madres». Siempre, claro está -puntualizó- con un conjunto de protocolos.