«A la gente le llama la atención ver a una mujer pilotando, eso ocurre en todos los sitios, pero después se acostumbran. Yo nunca he tenido problemas por cuenta de eso», asegura la portuguesa Claudia Machado, que trabaja con el dispositivo Infoca como piloto de helicóptero en Córdoba.

Esta profesional, de 39 años de edad, admite que «no hay muchas mujeres comandantes de helicóptero, pero empezamos a ser cada año más. Es común en todo el mundo que haya pocas, porque no es un trabajo que desde pequeña se diga «Yo quería ser piloto». Se ve un poco más en los aviones», señala.

Consultada por los peligros que conlleva actuar en la extinción de incendios, detalla que «tiene sus riesgos y muchas variables que pueden cambiar en todo momento, pero somos dos pilotos y ya tenemos alguna experiencia. Todo ese conocimiento previo nos ayuda, hay que tomar muchas decisiones en pocos minutos», aclara, abundando en que «volamos bajo, con baja velocidad, con otras aeronaves y por encima del fuego, pero es un riesgo un poco calculado, tenemos mínimos de seguridad que hay que cumplir. La seguridad siempre va en primer lugar», subraya.

Además, comenta que «al final del día, principalmente, cuando ya sabemos que el fuego está extinguido, nos quedamos muy contentos porque hemos hecho algo para ayudar. Es muy gratificante y compensa». A esto se suma que «a todos los pilotos les encanta volar, a esta profesión solo vienes si realmente te encanta esto y eso es una motivación y nos ayuda a hacer un buen trabajo».

Claudia, que trabaja para la compañía internacional Babcock, continúa viviendo cerca de Lisboa, la capital del país vecino, porque sus turnos de trabajo le permiten regresar a casa y pasar allí unos días. Sobre el trabajo en España, indica que «lo diferente es que se vuela siempre con dos pilotos, en todo el país es así excepto en los helicópteros ligeros, más pequeños. Si es una máquina media, más compleja, vamos piloto y copiloto. Esto aumenta la seguridad de la operación». Sin embargo, admite que su familia se encuentra «siempre preocupada» por su profesión, aunque «ahora está un poco mejor, porque ya no es mi primer año, pero siempre me preguntan por qué no cambio de trabajo otra vez». De este modo, recuerda que fue enfermera durante 13 años, pero en el 2014 finalizó su curso de piloto y no se plantea regresar a su antigua ocupación, ya que «mi pasión es volar».

En su labor, es acompañada por el copiloto Javier Tejerina y asistida por el mecánico Álvaro Martínez. También reivindica que, para lograr apagar el fuego, es imprescindible el trabajo conjunto con los efectivos que se encuentran en tierra.

En ocasiones, vuelan con una brigada, un grupo de unos siete efectivos del Infoca, y otras veces funcionan como bombardero, transportando y arrojando agua sobre el incendio para contribuir a apagarlo. Esta piloto precisa que en estos momentos «con Babcock tenemos cuatro helicópteros, uno aquí (en el centro operativo del Infoca en Córdoba) otro en Carcabuey y dos en las Islas Canarias. Damos apoyo a toda la provincia y si hay un incendio más grande vamos de refuerzo», apunta.