Una cosa está clarísima: que los cortes de agua se produzcan en una zona urbana consolidada cada dos por tres, no es normal. Otro asunto es explicar qué pasa en Las Jaras desde hace más de un cuarto de siglo. Y en esta cuestión «tenemos papeles sobre el problema que ocupan... el doble de esto», decía ayer Juan Estévez, vocal de la AV Las Jaras abriendo los brazos casi todo lo que podía.

Sin embargo, hoy hay que intentar una vez más en estas las últimas décadas, sintetizar la razonada sinrazón que sufren en Las Jaras tanto sus residentes fijos (unos 200) como los eventuales, en torno al millar en verano. Y es que precisamente este martes, de manos del concejal de Ciudadanos David Dorado, se lleva una proposición al Pleno que pide al Ayuntamiento garantizar «el suministro de agua potable en Las Jaras, exigiendo que el suministro, tratamiento y vertido de agua se lleve a cabo por una empresa que cumpla con todos los requisitos legales y exigidos por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir», sin especificar si debe cde ser directamente por el Ayuntamiento o con una concesión administrativa formal.

Al respecto, este periódico ha podido conocer que el PP apoyará la propuesta mientras que el PSOE propondrá una comisión para estudiar el caso. Una comisión que, si se crea, tendrá que ver más papeles que el que pasa el plumero a los libros en la Biblioteca Nacional, si se permite tan humorística frase hecha en un asunto ten serio.

Y es que, detrás de los cortes de agua (de cuatro día el pasado mes de diciembre, o de cinco jornadas, en julio), los reventones de la red, las decenas de zanjas abiertas para solucionar averías, las cunetas con peligrosísimas trampas para coches u otras muchas deficiencias en servicios básicos, hasta para el propio vocal de la AV Juan Estévez se le hacía difícil sintetizar ayer y escoger documentos claves para explicar el conflicto.

Agua saliendo del grifo en Las Jaras, tras la última avería y corte del suministro de varios días, en diciembre. CÓRDOBA

Aun así, Estévez, señalando sobre el terreno las carencias, recordaba ayer algunos hitos del problema, que tendría su origen prácticamente cuando se diseñaron en los años 70 unas 850 parcelas en ese enclave privilegiado para el que se construyó la presa del embalse de La Encantada. Más allá de aquella venta en 1991 del 75% de las acciones del propietario (Antonio Taboada) por 950 millones al jeque árabe Hussain Abdulla Saklou, el conflicto actual arrancaría en 1994, cuando el Ayuntamiento accedió a recepcionar parcialmente la urbanización sin estar del todo urbanizada, con una entidad de conservación provisional y una cesión de servicios alegal, si no directamente irregular o ilegal, como argumentan los vecinos tras múltiples resoluciones que les da la razón.

La pregunta es: ¿Dará frutos que se apruebe hoy la proposición del Pleno? Sea la que sea la respuesta, de lo que no hay duda es que el largo archivo del conflicto engordará, al menos, en un papel más.