Alcohol, acetona, un simple paño húmedo... hasta una vieja marca de limpiador para metales. Casi de todo han usado en Mirabueno en los últimos días, pasándose los consejos unos vecinos a otros, para limpiar las pintadas que aparecieron la madrugada del 1 de noviembre en 50 coches, además de en 15 viviendas de la zona. Afortunadamente, el relente había cubierto con una protectora capa de humedad a los vehículos y ello minimizó los efectos de esta macro-gamberrada, explica Francisco Araque, presidente de la mancomunidad de vecinos.

Otra cosa fueron las 15 pintadas en fachadas de viviendas, con auténticas burradas en algunas de las frases. De hecho, la limpieza de estas 15 fachadas han pasado a engrosar la lista de las más de 1.800 intervenciones que en lo que va de año ha borrado Sadeco de paredes de inmuebles (viviendas, edificios oficiales y hasta en monumentos) con su servicio especial dedicado a estos fines.

Mirando solo las cifras, quitar las pintadas en las casas de Mirabueno apenas ha supuesto un 1% del trabajo desarrollado por Sadeco este año en este menester. Sin embargo, las lacras sociales no son muchas veces cosas de número, sino de cómo se perciben, y al respecto hay que decir que en Mirabueno esa noche de vandalismo no ha hecho ni la más mínima gracia, pero no ha marcado a los vecinos. «Este es un barrio tranquilo, y decir que los vecinos se sienten inseguros no sería verdad», afirma el presidente de la mancomunidad que con mucha ecuanimidad recuerda en los últimos años solo unos muy puntuales casos de incivismo: un incipiente botellón atajado rápidamente por la Policía Local tras llamadas de los vecinos y una menor que tuvo que ser atendida en una pequeña fiesta de amigos hace un par de años.

Los de la ‘zona cero’

Ahora bien, en otros barrios la historia es bien distinta. No solo por la magnitud del vandalismo en cuestión de quema de contendedores o de coches, sino por su inexplicable preexistencia. Aunque la Federación de Asociaciones Vecinales Al-Zahara aún no tiene una postura beligerante contra fenómenos de vandalismo (al menos expresamente, y sin descartar en el futuro hacerlo, explica su presidente, Antonio Toledano), sí que hay colectivos vecinales, federados y no, que vienen denunciando la situación. La palma se la lleva desde hace seis años la AV La Mirada del Sur, presidida por Manuel Sierra. No es para menos si se tiene en cuenta que solo este año han ardido en el Sector Sur 36 contenedores. Por delante, incluso, está el Campo de la Verdad (38 casos) y una zona de la Fuensanta, con 39 incendios de contenedores, sin contar coches calcinados.

Solo un ejemplo: en la calle Loja este año han ardido hasta hoy 3 contenedores y el pasado 2017 nada menos que 8. Imaginar que las luces de emergencia de los bomberos (a esas horas de madrugada, por supuesto, no hay sirenas) te despierten casi cada mes por un contenedor ardiendo junto a tu casa ya condiciona, como si no fuera significativo el coste en torno a 11.000 euros en estos 22 meses, un dinero con el que muchas familias del Sector Sur harían maravillas y llegarían a fin de mes.

María Ángeles Lara, jubilada ya de su panadería en el vecino barrio del Campo de la Verdad, sentencia rotunda: «Vivir en la calle Ciudad de Carmona es lo más bonito del mundo. ¿Por qué tienen que venir a meterte miedo un tonto?». 11 contenedores han ardido este año en esta calle.