Los meses de verano suelen implicar descanso, desconexión, chapuzones en la piscina y el mar, pero, en algunas ocasiones, el disfrute puede verse interrumpido por problemas de salud y dolencias que son especialmente comunes en este periodo del año y que por suerte, en su mayoría, se pueden evitar si se presta atención a las indicaciones de los expertos.

Es el caso de la otitis externa difusa, también conocida por «oído del nadador», una inflamación de la piel que rodea al conducto auditivo externo que es provocada por la maceración de la piel tras la entrada de agua y una sobreinfección por gérmenes habituales de la piel, como el Staphilococo aureus o la Pseudomona aeruginosa. Como indica Francisco Muñoz del Castillo, jefe del servicio de Otorrinolaringología del hospital Reina Sofía, este tipo de otitis también se ve favorecida por «los eczemas y escoriaciones de la piel del conducto auditivo por el uso de bastoncillos, que siempre deben evitarse».

Una de las creencias más extendidas sobre esta dolencia es que solo afecta a niños y, aunque mayoritariamente son ellos, los que la sufren por estar más en contacto con el agua, puede perjudicar a cualquier persona, de cualquier edad.

Según Muñoz del Castillo, este tipo de otitis produce un dolor intenso de oído que aumenta con la masticación, con el movimiento y con la presión en la zona. Pero, además del dolor, también se puede presentar salida de pus por el conducto (otorrea) e incluso sordera, si la inflamación de la piel del conducto es muy grande y cierra por completo el conducto.

Tratamiento

El tratamiento de esta otitis, que ha de administrarse lo antes posible, una vez diagnosticado por el especialista, son los antibióticos «tópicos» o en gotas, de los que hay diferentes tipos como el ciprofloxacino, gentamicina, tobramicina, polimixina B, entre otros, como explica el doctor Muñoz del Castillo. Si el dolor es especialmente intenso, también se podrían tomar antiinflamatorios orales.

La mejor forma de prevenir la otitis es tomar las medidas de precaución necesarias para evitar que el agua entre en los oídos --especialmente cuando esta es de dudosa calidad o no controlada-- mediante el uso de tapones, dispositivos o gorros de baños. Los tapones más indicados son los hechos a medida de silicona, que aislan por completo el oído de la humedad, adaptándose a la forma de cada uno. En caso de que entrara agua, es importante intentar secarlos lo antes posible o extraer el agua volteando la cabeza. Otra de las cuestiones a tener en cuenta es que nunca han de usarse los bastoncillos para los oídos, ya que pueden causar daños más graves.