Hoy, 222 años después del reconocimiento de la aguilarense Ana María de Soto, como sargento primero del Batallón de Marina, la mujer está integrada plenamente en el Ejército, y herederas de esta cordobesa, que da nombre a los premios que desde hace cuatro años concede la Subdelegación de Defensa de Córdoba a personas destacadas por su contribución a la difusión de los valores de las Fuerzas Armadas y su integración en la sociedad, conforman una de las unidades punteras del Ejército español.

La Brigada Guzmán el Bueno X, según manifestó el día de la toma de mando el jefe de la unidad, el general de Brigada Ignacio Olazábal, está considerada como una «unidad de referencia dentro de las fuerzas terrestres, siendo uno de los elementos fundamentales con los que España cumple con sus compromisos aliados tanto dentro como fuera de nuestras fronteras». Precisamente, la unidad incorporó a la mujer hace tres décadas, cuando las Fuerzas Armadas accedieron a que la mujer formase como soldados voluntarios.

Desde entonces, han estado presentes numerosas cordobesas y mujeres procedentes de otros puntos de España en misiones en el extranjero, la primera de ellas en la Agrupación Táctica Córdoba, que desde abril a octubre de 1994, bajo bandera de la ONU, estuvo presente en la complicada tarea de que se cumpliera el alto el fuego en una zona conflictiva, la frontera entre bosnios y croatas, además de participar en la reconstrucción de las infraestructuras dañadas por el conflicto en esta zona de la antigua Yugoslavia. Precisamente, fue la primera misión del Ejército español en el exterior en la que por primera vez no participaron las Fuerzas de Acción Rápida (la Legión y la Brigada Paracaidista).

Desde entonces, las mujeres de las Fuerzas ubicadas en Cerro Muriano han estado presentes en tres ocasiones más, en 1998, 2000 y 2001, en Bosnia.

57 fueron las mujeres que conformaron la misión KSPAGT XI, que tuvo como núcleo a la entonces BRIMZ X, que intervino con el casco azul de las Naciones Unidas en Kosovo, con la difícil misión de mantener la ley en la zona de intervención en cumplimiento de la resolución del Consejo de Seguridad. Misión en la que la Brigada cordobesa se implicó nuevamente en el 2005 y 2007. Y así hasta la actualidad. La preparación puntera de las mujeres y los hombres de la actual BRI X Guzmán el Bueno los hicieron merecedores de acudir al Líbano, en la operación Libre Hidalgo, bajo mandato de la ONU, en una zona de alta sensibilidad, en la frontera del País de los Cedros con Siria, pero en territorio ocupado por Israel. 2009, 2010, 2012, 2014, 2016, cinco años en los que la BRI X fue el núcleo principal de mantener la paz.

Once mujeres de la BRI X se desplazaron junto a sus compañeros a la base Gran Capitán, en Besmayah (Irak), en noviembre del 2018.

Un año antes, y como muestra de la alta preparación de la BRI X de Cerro Muriano, las tropas cordobesas contribuyeron a la Presencia Avanzada Reforzada (Enhanced Forward Presence eFP), con la defensa de la zona Noreste de Europa, en Letonia y su frontera con Rusia. Fueron seis mujeres las que participaron en esta acción con mandato de la OTAN.

Desde el 10 de enero pasado, otro contingente de la prestigiosa BRI X partió hacia Letonia con 20 mujeres soldados de Cerro Muriano.

Son varias décadas de inclusión de la mujer en la BRI X y en el Ejército español. Una integración que tiene varios ejemplos: la general Patricia Ortega, nombrada en julio del pasado año; la comandante de Aviación Rosa García-Malea, piloto de combate; la capitán de fragata Esther Yáñez, la primera mujer en mandar un buque de guerra; la sargento primero de Batallones de Marina Ana María de Soto; o las mujeres que integran la Brigada Guzmán el Bueno, que desarrollan cualquier tipo de actividad militar tanto en la base de Cerro Muriano como en misiones fuera de las frontera española, con el mismo nivel que los soldados de las Fuerzas Armadas españolas y con idéntica profesionalidad que los componentes de cualquier Ejército de primera fila del mundo; con el mismo celo e interés que las 20 mujeres que se encuentran en la base de Adazi, en Letonia, cerca de la capital, Riga.

Una integración que comenzó cuando Carlos IV le concedió a Ana María de Soto, del obispado de Córdoba, el grado de sargento mayor de uno de los cuerpos de élite del Ejército español, la Infantería de Marina.