A pie de obra, nunca mejor dicho, los máximos responsables municipales del proyecto para la recuperación del convento Regina, representantes de colectivos e incluso vecinos de la zona que nacieron en el mismo lugar cuando hace unas décadas aún era una casa de vecinos, pudieron debatir sobre cómo se ha planificado la recuperación del conjunto, su historia, el impacto que puede tener en el entorno a través de sus usos culturales y vecinales e incluso, mirando más allá, prever la propia recuperación de la zona.

El objetivo último del encuentro en el recinto del convento Regina, resumió el primer teniente de alcalde y presidente de la Gerencia de Urbanismo, Pedro García, es aprovechar la próxima obra de recuperación del conjunto (cuya primera fase, con un coste de 570.000 euros y centrada en la antigua iglesia comenzará antes de fin de mes) para crear un motor de dinamización urbana y social. Con ello, se busca frenar la gentrificación de esta parte del casco histórico y evitar que los nuevos usos e intereses «nos echen, como nos están echando poco a poco de este barrio», dijo García.

En una segunda fase, que contará con los fondos del 1,5% cultural de la Administración central, se acometerá la puesta en valor del espacio del convento, que el pasado siglo albergó una casa de vecinos donde llegaron a vivir 43 familias y a contar con una decena de tiendas de todo tipo, explicaron los propios vecinos asistentes al encuentro, algunos de ellos nacidos y criados en el propio recinto.

La presidenta del consejo de distrito Centro, Juana Pérez, así como el presidente de la AV Regina-Magdalena, Antonio Torres, celebraron el inicio de la recuperación del conjunto y recordaron la importancia de iniciativas como esta para impulsar la auténtica vida vecinal en el casco histórico e, incluso, la memoria reciente del barrio.

Por su parte, la arquitecta Rosa Lara dio cuenta de cómo, en esta primera fase, se recuperará la iglesia, creando un espacio para actividades en el cuerpo principal del edificio (con capacidad para 150 personas) donde se integrarán pinturas murales renacentistas aún semitapadas o el artesonado mudéjar.

En otra zona (el sotocoro) se recuperará el pavimento de hace siglos, habrá otro espacio en el área a rehabilitar del coro y se pondrá en valor la cripta, a la que se accede por un hueco en el suelo en mitad del arco de entrada al coro.