Las historias de los trasplantes están llenas de emoción y de superación, por parte de quienes son sus protagonistas: donantes, trasplantados y profesionales sanitarios que intervienen para que se lleven a cabo estas intervenciones. Uno de esos relatos se conoció ayer en el hospital Reina Sofía. Lidia y Sara eran hermanas de padre, pero no se conocieron hasta hace unos años. Lidia Piñero Santos, que ahora tiene 34 años, quiso con 19 años tener contacto con su padre, que según esta joven relató a este diario, se desvinculó de su madre y de ella cuando esta cordobesa tenía apenas dos años.

Al saber de su padre, Lidia se enteró de que tenía en Barcelona una hermana llamada Sara, con la que empezó a forjar una relación que, con el paso del tiempo y debido fundamentalmente a la enfermedad de Lidia, se ha convertido en un vínculo especial y único. Cuando Lidia tenía 32 años le diagnosticaron leucemia linfoblástica aguda (con presencia del cromosoma Filadelfia), enfermedad con un pronóstico nada positivo.

«En mi familia materna no aparecía ningún donante compatible. En el registro mundial de donantes tampoco. Así, que en el Reina Sofía me dijeron que había que contactar con mi padre y con mi hermana. Los dos no pusieron reparos en hacerse las pruebas de compatibilidad y ambos lo eran conmigo al 50%, pero incluso Sara aún más compatible porque las dos compartimos el mismo grupo sanguíneo (heredado por parte de ambas de nuestras respectivas madres)», cuenta Lidia. Sara, que entonces tenía 18 años, viajó hasta Córdoba y se convirtió así en la donante de su hermana Lidia, ayudándole a salvar la vida.

Después del trasplante, Lidia reconoce que ve la vida de forma diferente. «Te das cuenta de lo que es importante. Vivimos deprisa y no valoramos pequeñas cosas como el olor de las flores o que te dé el aire en la cara, más si cabe cuando pasas tanto tiempo en aislamiento», destaca. En el 2016 se paró el tiempo para Lidia cuando supo que estaba enferma. «Fueron momentos difíciles, pero mis dos hijos fueron los que me dieron la fuerza para seguir adelante y no rendirme. Después de duros ciclos de quimioterapia, la enfermedad se fue parando y en febrero del 2018 recibí el trasplante gracias a la donación de médula que me hizo mi hermana. Tras el trasplante, te vas recuperando y estás viva otra vez», narra.

50% de compatibilidad

La hematóloga del Reina Sofía Carmen Martín explica que en los últimos años cada vez está siendo más usado el trasplante haploidéntico, como el de Lidia, ya que no es necesaria siempre que la donación de médula sea 100% compatible, sino que puede ser al 50%, lo que contribuye a que existan más opciones de hallar un donante entre padres, primos o tíos. Lidia reclama que la población sea solidaria y se haga donante de médula, «porque no es doloroso», a lo que Carmen Martín añade que el procedimiento por el que se efectúa la donación es sencillo y apenas lleva una hora de tiempo.