El barrio de la Trinidad-San Juan y Todos los Santos tiene una forma irregular y sus límites parecen un tanto caprichosos. Algunas de sus calles, que discurren paralelas al Paseo de la Victoria, comparten propiedad con La Catedral y otras con el centro comercial de la ciudad, pero lo cierto es que este barrio es el resultado de la fusión de otros dos: el de San Juan y Omnium Sanctorum.

Teodomiro Ramírez de Arelllano, en sus Paseos por Córdoba, relata que en el siglo XIII, tras la conquista de Córdoba, el rey Fernando mandó construir dos parroquias sobre dos mezquitas en esta zona. Como resultado se levantaron las iglesias de San Juan de los Caballeros, que forma parte del colegio de las Esclavas del Sagrado Corazón, y la de Omnium Sanctorum, hoy desaparecida, que estuvo situada en la actual Plaza de Ramón y Cajal. «La necesidad de grandes reparos en la segunda y lo reducido de sus jurisdicciones o feligresías --destaca el escritor y periodista-- obligaron al Obispo D. Agustín de Ayestaran a refundirlas en una, como lo hizo en 13 de febrero de 1799».

La parroquia de Omnium Sanctorum, que constaba «tres naves y un pórtico cerrado con verjas de madera» se perdió, aunque parte de sus pertenencias se repartieron por distintos templos de la ciudad. Ramírez de Arellano destaca que entre los archivos de defunciones de esta parroquia, que se unieron a la de San Juan, se encontraba el de Luis de Góngora, fallecido el 23 de mayo de 1627 y enterrado en la Mezquita al día siguiente.

En cuanto a la parroquia de San Juan de los Caballeros comenta que «nada conservan de su primitiva arquitectura y ni el mas pequeño detalle demuestra lo que sería en sus primeros tiempos; todo lo han perdido en sus reedificaciones».

En 1880 el Obispado cedió el templo a la congregación de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús y al año siguiente «se abrió una escuela gratuita para niñas de familias con pocos recursos», según la información del propio centro educativo. Nacía así el colegio de las Esclavas de Córdoba.

Esta parroquia conserva una de las joyas de la Córdoba islámica, el alminar de la primitiva mezquita cuyo origen se fecha entre finales del siglo VIII y principios del X y que es uno de los cuatro alminares que en España tienen la catalogación de BIC. Ahora esta torre, que fue descubierta en 1927 durante las obras para rehabilitar el templo, se encuentra en pleno proceso de recuperación después de que la Asociación Centro Histórico de Córdoba impulsara acciones para evitar su deterioro.

Junto a estos templos convivió en el siglo XIII el convento de la Trinidad, el que le da nombre al barrio. Sufrió dos exclaustraciones, una en 1810 y otra en 1836, y en este proceso una parte se destinó a Cuartel Provincial de Córdoba. Se mantuvo su iglesia, cuya portada es del siglo XVIII, y ésta pasó a ser la parroquia de San Juan de Todos los Santos. En ella, de nuevo, se fundieron el resto de parroquias del barrio.

Pero había otro templo en la Trinidad, el Oratorio San Felipe Neri, del siglo XVII, construido en el antiguo Palacio de los Venegas de Henestrosa. Este edificio pasó a ser la sede del Gobierno Militar en el siglo XIX y el oratorio, recientemente rehabilitado, es en la actualidad uno de los equipamientos culturales del barrio.

Casas señoriales

En la Trinidad se encuentran algunas de las grandes casas señoriales de la ciudad, aunque en la mayoría de los casos su uso ya no es residencial. Eso ocurre con el Palacio del Duque de Hornachuelos.

A mediados del siglo XVIII, en la Guerra de los Siete Años, se arrendó como cuartel. Años más tarde se convirtió en casa de vecinos y también en él tuvieron su sede dos sociedades dramáticas en 1845 que, según Ramírez de Arellano, «pusieron en escena todas las obras que en aquel tiempo estuvieron en boga».

En 1860 los propietarios encargaron su reforma al arquitecto Pedro Nolasco, que, en entre otras obras, fue responsable de la creación de la Avenida del Gran Capitán. Este arquitecto es el que le dio su actual aspecto a la casa, cuyos jardines se abren a las calles Barroso y a la Plaza de Ramón y Cajal, un edificio que un siglo después de su transformación, en 1965, pasaría a ser la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos, o lo que es lo mismo, la actual Escuela de Arte Mateo Inurria.

Muy cerca de allí, en la calle Sánchez de Feria, estuvo el Palacio de los Guzmanes, una joya arquitectónica que en 1969 se convirtió en el Archivo, la Biblioteca y la Hemeroteca Municipales. En su interior, que cuenta con un gran patio, se conservan varios elementos mudéjares datados a finales del siglo XV.

En esta casa han residido varios personajes ilustres de la ciudad, entre ellos el investigador y archivero José de la Torre y del Cerro.

También del siglo XV es la fachada de una antigua vivienda señorial que hoy es la portada de la calleja del Indiano. Su último propietario fue, según Ramírez de Arellano, Juan Cosme de Panlagua, «a quien, por haber estado muchos años en América, dieron en llamar el Indiano».

Hay otro palacio en el barrio, el de los Condes de Gramedo, situado frente al alminar de San Juan. Se trata de un edificio señorial que perteneció a la casa de los Cabrera, de quienes conserva sus escudos de armas en la fachada.

Pero en la Trinidad se encuentran otro tesoro arquitectónico, mucho más reciente, como es la sede de la Cámara de Comercio de Córdoba, ubicada en la calle Pérez de Castro. El edificio fue concebido por Rafael de la Hoz Arderius y José María García Paredes. Su construcción finalizó en 1955 y un año más tarde ambos serían galardonados con el Premio Nacional de Arquitectura. Fue el estreno en Córdoba de Rafael de la Hoz y tras éste vendrían otros muchos proyectos.