Ser madre soltera en España fue durante gran parte del siglo pasado un motivo de estigma social envuelto en tintes religiosos que condenaba a las mujeres y a sus hijos al ostracismo. Los aires de libertad que trajo la democracia, el avance del laicismo y la apertura a Europa han cambiado ese patrón borrando el estigma de las familias monoparentales, que siguen reclamando la equiparación de derechos. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, correspondientes al año 2018, en España existen 1.864.200 hogares monoparentales (un 10% del total) encabezados por personas solteras, viudas, divorciadas... de los cuales casi 30.000 se encuentran en la provincia de Córdoba, lo que supone un 14% más que hace solo cuatro años. Al frente del 87,6% de esos hogares hay mujeres.

La Asociación de Madres Solteras por Elección y la Federación de Familias Monomarentales están empeñadas en visibilizar su realidad y reivindican que al Gobierno central que aborde la definición de este modelo de familia creciente e impulse una ley estatal que las reconozca y sirva para articular políticas públicas concretas. Según Miriam Tormo, una de las portavoces de esta asociación, «una familia monoparental es aquella en la que solo hay una persona progenitora que es la única responsable de los hijos, ya sea así desde el origen o por razones sobrevenidas» y recalca que «una madre sola con su hijo también es una familia».

REIVINDICACIONES / Según Tormo, las estadísticas reflejan que cada vez son más las mujeres que eligen ser madres solas, generalmente, cuando llega el momento en que, «tras dedicar muchos esfuerzos a la carrera laboral, tienen que decidir entre abandonar la idea de ser madre o tenerlo en solitario». La edad media a la que acceden a la maternidad por esta vía ronda los 39 años «tras un proceso muy meditado». Las opciones posibles se basan en los tratamientos de fertilidad, «ya que la adopción nacional o internacional es hoy prácticamente inviable para mujeres solas». Se trata, por tanto, de «procesos largos y costosos», ya que, recalca Tormo, «hay que decir que no se puede ser madre a cualquier edad porque a mayor edad las opciones se reducen considerablemente».

Entre las demandas para alcanzar la igualdad, las madres reclaman una revisión de la fiscalidad «porque no es neutral y está basada en el modelo tradicional, obviando la diversidad familiar actual y discrimina a las monoparentales». Por ejemplo, la declaración de la renta de una familia con dos progenitores se puede hacer de forma conjunta o individual. Si se hace de forma conjunta, la ley establece una reducción automática de 3.400 euros, mientras que si hay un progenitor es de 2.150 euros. «Además, una familia biparental puede elegir hacer declaración individual si le conviene más frente a las monoparentales que solo tienen una opción, por lo que a iguales ingresos, la de dos progenitores siempre sale beneficiada», indican desde la asociación. «Ningún gasto de una familia monoparental -añaden- está exento de tributar como ocurre por ejemplo en caso de divorcio». En materia de conciliación, el acceso a las ayudas de comedor, aula matinal o guarderías en Andalucía «también es discriminatorio», denuncian, «porque se tiene en cuenta la renta per cápita en función del número de miembros de la unidad familiar y no en función del número de hijos». De esta forma, el tope máximo para acceder a las ayudas es más alto si hay dos progenitores que si hay uno.

EL PROBLEMA DE LA CONCILIACIÓN / Rosa es madre soltera de un niño de 4 años. «Siempre quise ser madre y estuve esperando durante años a la pareja, el trabajo, la situación perfecta hasta que me di cuenta de que no podía esperar más y acudí a un tratamiento de fertilidad». Aunque algunas personas admiran su valentía, ella responde que «fui cobarde porque debería haberlo hecho antes y no me atreví», influida en parte por la presión social. La conciliación es, más que en cualquier otro modelo de familia, «la asignatura pendiente». En su vida diaria se enfrenta a menudo a que su modelo de familia no es respetado y sus decisiones como madre son cuestionadas. «Cuando necesitas ayuda, todo tiene que estar muy justificado porque todo el mundo considera que si has sido madre sola tú te lo has buscado y tienes que apañártelas como mejor puedas -explica-. Si estás casada y trasladan a tu marido a Japón, la gente entiende que vas a necesitar ayuda extra, pero si tienes un hijo sola, vives siempre sin ayuda y pocos comprenden el esfuerzo que tienes que hacer a diario y que necesitas apoyo».

Las estadísticas reflejan que «las familias monoparentales están a la cabeza en riesgo de vulnerabilidad y riesgo de exclusión según todos los indicadores». Los datos últimos de Eurostat señalan que el 16,4%, de los hogares monoparentales no pueden calentar su casa correctamente por motivos económicos en nuestro país, un 2% más que hace un año. Estos hogares son, entre todos los tipos analizados, los más castigados por la pobreza energética. Según el Instituto de Estadística de Andalucía, el 87,9% de los hogares monoparentales con uno o más hijos llegan a fin de mes con dificultad, el 59,1% no pueden permitirse vacaciones ni una semana al año y un 65,4% no tienen capacidad para afrontar gastos imprevistos.

La legislación estatal tampoco las equipara a las familias monoparentales con las familias numerosas. De hecho, según destaca Tormo, «hay una discriminación añadida por estado civil ya que una mujer viuda con dos hijos es familia numerosa y una madre soltera con dos hijos no lo es». También es injusta la ley en el ámbito de los permisos de paternidad. «La última reforma amplía el permiso al segundo progenitor, pero ¿qué pasa si solo hay uno?», denuncian, «si todas las medidas de igualdad se van a basar en fomentar la corresponsabilidad entre los progenitores, nosotras vamos a quedar excluidas y nuestros hijos en desventaja».

Otro tema complejo al que se enfrentan las madres solas es el momento de la revelación de la ausencia de figura paterna, algo que afrontan «con naturalidad» aunque las convenciones sociales opongan resistencia. «Mi hijo lo sabe todo, yo se lo he explicado a través de cuentos para que entienda que yo lo busqué y que no existe un padre, pero en los colegios no se trata la diversidad familiar y los niños cuestionan cosas desde el desconocimiento que puede hacerles daño -explica-. Hace falta más pedagogía sobre los nuevos modelos de familia».