Hace unos días que un par de esculturas que recuerdan a Bambi y su padre están causando estragos entre los conductores que atraviesan el puente de San Rafael, obligados a volver la cara o dar un volantazo al encontrar junto al triunfo del custodio cordobés una inesperada pareja de animales de bronce pintados en negro. "¿Tú has visto lo mismo que yo?", se ha oído repetir por el entorno desde que ambos están allí. "Da la vuelta, que veamos bien qué es eso".

De momento, son pocos los cordobeses que han notado su presencia. De hecho, entre los servicios de prensa de las instituciones locales la petición de información sobre los venados en cuestión sonaba el otro día a cachondeo . "¿Habéis puesto vosotros los dos ciervos al final del puente?", era la pregunta. Y la respuesta de Urbanismo, Cultura o Subdelegación: "No sé de qué me hablas".

Una presencia

Más de uno ha llegado a pensar que aquella presencia revelaba una nueva actuación de los autores del Hombre Río (por cierto, ¿dónde está ese hombre?), un homenaje al famoso cervatillo hallado en Medina Azara. Otros han apuntado que quizás sea un símbolo alegórico referido a los siervos de San Rafael o que se trate de un original reclamo publicitario de la feria de Intercaza, que empieza en breve. Sin embargo, la respuesta al interrogante sobre el origen de las esculturas llegó de la mano del área de Parques y Jardines, dependiente de Infraestructuras del Consistorio. "Estas esculturas forman parte del proyecto de remodelación de los jardines que van desde el puente hasta la glorieta de la Media Luna (antigua glorieta del Meliá)", informaron fuentes municipales.

Se trata de dos cervatillos a tamaño algo menor del natural de bronce que aparentan estar pastando entre las lantanas amarillas (nombre de la especie plantada en la zona) que alguien decidió en su día incorporar como atractivo escultural de dicho entorno.

Hasta la fecha, no ha trascendido el motivo por el que se eligió un ciervo y no un cerdo ibérico, un toro bravo o un caballo de pura raza, pongamos por caso. Eso sí, llama la atención que el autor de las obras, de nombre desconocido, haya optado por eliminar las consabidas manchas propias de Bambi , de tono castaño, para pintar a los animales de negro, lo que dificulta a primera vista la identificación de la especie en cuestión. Seguro que si no llega a ser porque son negros, el zoo habría recibido un aluvión de llamadas avisando del extravío de dos ciervos.

Pero eso es lo de menos. Lo importante es que la ciudad cuenta ya con un nuevo elemento artístico y de gran potencial turístico al que seguro que no le faltarán seguidores y detractores. Y, puestos a no criticar de antemano, solo cabe decir aquello de aceptamos a los dos cervatillos como animales de compañía. Todo sea por la capitalidad cultural.