Tres décadas han transcurrido desde que la gran pantalla del cine Almirante pusiera «fin» a quince años de historias que pasaban ante la atenta mirada de los que ocupaban sus butacas. Risas y llantos se dejaron de oír desde entonces en el moderno edificio ubicado en el Parque Figueroa para dar paso a un silencio sepulcral del que aún no se ha librado a pesar de los intentos por reabrir sus puertas. El cine Almirante lleva cerrado desde finales de los años ochenta y se ha convertido en uno de esos edificios sin uso que recuerdan el pasado de la ciudad pero que no ha logrado ver hecho realidad ninguno de los proyectos diseñados para su futuro.

El 2 de diciembre del año 1972 abría sus puertas el cine Almirante, perteneciente a la empresa Sánchez Ramade. Diario CÓRDOBA publicaba un anuncio el día de su estreno, que destacaba que era «el mejor local de Andalucía». Aquel «¡acontecimiento grandioso!», como versaba en la publicidad, se producía con la proyección de la película de «la radionovela más oída de todos los tiempos», Simplemente María, de Enzo Bellomo. «La oyó en la radio, la leyó en fascículos, incluso escuchó su melodía en disco. Véala ahora en cine, la auténtica versión de esta novela, la única película realizada de esta obra», recogía el anuncio de este filme que llegaba en «tecnicolor» y con funciones de 17.30, 19.45 y 22.00 horas. Estacionar en el entorno del cine o llegar hasta él no era un problema, ya que había «un gran aparcamiento» y «parada de autobuses en la puerta del local».

En un barrio nuevo

El cine era una de las infraestructuras de un barrio recién nacido y distinto al resto. El periodista Francisco Solano Márquez recoge con todo detalle la transformación de la Huerta Figueroa en el Parque Figueroa en Medio siglo de eficacia y servicio a Córdoba. Historia de la Caja Provincial de Ahorros. En sus páginas relata cómo la Caja Provincial de Ahorros construyó 2.052 viviendas sociales con una configuración desconocida en la ciudad hasta el momento y con «instalaciones complementarias» como «club deportivo, cine, iglesia, colegios, instituto y otros servicios». El barrio, diseñado por los arquitectos Rafael de la Hoz, Rafael Chastang y Gerardo Olivares, tenía también zonas de estacionamiento y centro comercial. Entre las singularidades del Parque Figueroa, que era como un pequeño pueblo, estaba la piscina, «la segunda de España por su capacidad», su «carácter peatonal», como subraya Solano Márquez en la publicación, y sus pistas deportivas.

El 10 de junio de 1970 pasó a la historia de la ciudad como el día en el que los príncipes de España, Juan Carlos y Sofía, inauguraron el Parque Figueroa. Aquella jornada, inmortalizada por el periodista gráfico Ricardo Rodríguez, fue muy intensa, ya que los príncipes tuvieron una apretada agenda que incluía, entre otros muchos actos, la inauguración de la Normal de Magisterio, hoy cerrada a espera de su apertura tras su remodelación.

Reminiscencias marineras

Aquel barrio, que evocaba al mar con el que soñaba Córdoba (como se puede comprobar en el nombre de sus calles), se fue completando poco a poco, y hasta 1972, tras más de un año de obras, no le tocó el turno al cine.

El tiempo pasó y la vida del Almirante fue corta, ya que solo alcanzó la adolescencia. Quince años después de su apertura, el 20 de abril de 1987, se proyectaba la última película, Pisa a fondo, de Michael Keaton. El anuncio que publicaba CÓRDOBA en la página de la cartelera alude de nuevo al «fácil aparcamiento» y a los «autobuses en la puerta». La butaca costaba entonces 150 pesetas y había solo dos pases, a las 18.00 y a las 20.00 horas. El cine murió lo mismo que nació, sin hacer ruido, con la máxima discreción.

Veinte años después de su cierre, surgió uno de los proyectos que ha tenido el cine, un centro de bienestar para la salud, que, tal y como recuerda su autor, el arquitecto Luis García de Viguera, «se presentó con mucho cariño» pero «a los cinco minutos se apagó la música». García de Viguera indica que la empresa que iba a promover la iniciativa, Health Andalucía, hizo «reparaciones» en el inmueble, «gastó dinero en el proyecto», pero este no cuajó, a pesar de que «era bonito y que respetaba la fisonomía del edificio por fuera».

En septiembre del 2008 se presentaba públicamente el proyecto que tenía para el cine Almirante la empresa Health Andalucía, que recibió incluso la licencia de actividad por parte de Urbanismo en octubre de ese año. La idea consistía en hacer realidad un centro de bienestar para la salud con gimnasio, una piscina climatizada de uso polivalente, otra destinada a tratamientos e hidromasaje, sauna seca, sala de vapor y duchas especiales de hielo y agua, y salas para actividades cardiovasculares y ejercicios de rehabilitación. Su intención era que ese centro, presupuestado en 5 millones, abriera sus puertas en el 2010. Sin embargo, aquella iniciativa no llegó a ver la luz.

Solo salió adelante el centro sociocultural que desde el 26 de octubre del 2010 ocupa los aseos del antiguo cine y que sufragó el Ayuntamiento con los fondos anticrisis estatales. Ese espacio fue cedido por la empresa propietaria al Ayuntamiento mediante un convenio para que permitiese el cambio de uso del cine para que pueda albergar cualquier actividad diferente a la originaria.

Permuta y hotel

El año pasado, el portavoz de la asociación de vecinos del Parque Figueroa, Francisco Muñoz, planteó a Urbanismo que estudiara la posibilidad de adquirir el cine a través de una permuta de terrenos con la propietaria -que pertenece a la familia Sánchez Ramade y que ha preferido no hacer declaraciones a este periódico-. La asociación quería que se le sacara partido como instalación deportiva.

A principios de este mes, Muñoz, en una visita de la alcaldesa, Isabel Ambrosio al barrio, dio a conocer que la propiedad del cine realiza gestiones para que se convierta en hotel para mayores y que Urbanismo estudia su encaje en el PGOU. Son los nuevos planes para un edificio que lleva ya tres décadas de silencio.