Torrijas, gachas, pestiños o leche frita son los postres obligados en Semana Santa, una tradicional fiesta que el estado de alarma provocado por la crisis sanitaria del coronavirus ha borrado del calendario este año casi al mismo nivel que la desgustación de estos placeres gastronómicos, que en esta época se vuelven imprescindibles para el paladar. Y es que la venta de estos productos de la gastronomía tradicional ha caído entre un 70 y un 90%, según manifiestan los responsables de algunas de las pastelerías más importantes de Córdoba, que achacan este gran descenso del consumo a que «la gente tiene mucho tiempo libre y está elaborando estos postres en sus propias casas», además de a la obligada inmovilidad y a la completa ausencia de visitantes y turistas, a los que siempre han atraído estos postres. Tampoco hay celebraciones ni reuniones donde poner este broche de oro, lo que también incide en la bajada del consumo.

Según el presidente de la Asociación Provincial de Pastelería y Confitería de Córdoba y propietario de las pastelerías Savoy, Manuel Soler, «lo poco que se vende es por la inercia, es decir, los que vienen a comprar el pan se llevan algunos dulces», que este año se ofrecen con la misma variedad, «pero se hacen en menor cantidad». «No están los tiempos para experimentar», continúa Soler, que asegura que en sus establecimientos se pueden encontrar, como cada año, las variedades de torrijas que suelen hacer (al Pedro Ximénez con pan de molde y las clásicas con crema), además de las gachas, la leche frita y las tortas especiales de Semana Santa.

«Las pastelerías que están abiertas son aquellas que tienen despacho de pan, que son la mayoría», pero la situación actual hace que muchos clientes adquieran ese producto en grandes superficies con el resto de la compra ante la inevitable inmovilidad, señala Antonio Roldán, responsable de la administración de Pastelerías Roldán, que sitúa el desplome de sus ventas en un 70%.

Soler, que amplía esa cifra al 90%, también busca la explicación de esta bajada en el hecho de que ahora «hay que hacer cola» para entrar uno a uno en los establecimientos debido a las medidas de protección, además de que parte de su negocio iba destinado a surtir de estos productos a restaurantes, ahora cerrados, y a otros despachos. En este aspecto, también ha notado una fuerte bajada en sus ventas la Panadería San Francisco, igual que en su mostrador, según señala su responsable, José Martín

«Esto va a suponer un cataclismo en el sector», prosigue Soler, que explica que también ha influido en esta caída la ausencia de comuniones o bodas, aplazadas debido al estado de alarma. En efecto, esta es una época imprescindible para la pastelería cordobesa, que tiene en el verano sus momentos más flojos. Igual que Pastelerías Roldán, Savoy también ha tenido que aplicar un ERTE a sus trabajadores, con la esperanza de que el próximo año podamos hablar de otras cifras. «El flujo de clientes es infinitamente menor al habitual en esta época, porque, además, hay que añadir a los que acuden a la ciudad para vivir la Semana Santa en Córdoba», comenta Roldán, que asegura, que pese a todo, «estamos trabajando a tope, entre otras cosas, porque somos la mitad de la plantilla y también llevamos dulces a los sanitarios y a algún comedor social». Y otro Roldán, José, maestro panadero cordobés y uno de los más reconocidos del sector en España, asegura que la Semana Santa «es nuestro pulmón hasta octubre», por lo que se une a los malos augurios de sus compañeros. Durante su confinamiento, está elaborando vídeos en casa para los amantes de la pastelería y repostería, lo que «me está sirviendo para que la gente me conozca un poco más», dice José Roldán, que desde su confinamiento está ofreciendo muchas exquisiteces y ha querido compartir con los lectores de Diario CÓRDOBA su particular receta de las torrijas.