Aunque no entraba en sus previsiones más optimistas, Julio Anguita se convirtió en el primer alcalde comunista de una capital en la España democrática. Así, entre la singularidad de las circunstancias y la suya propia, un atractivo perfil y un ideario rotundo y pulcramente expuesto, empezaba la leyenda del califa rojo .

--¿Cómo recuerda aquella noche electoral?

--Tenía miedo, sabía lo que se me venía encima. Tanto que aquella noche me fui solo y estuve casi llorando. Sabía que la entrada triunfal conducía al Huerto de Getsemaní. Entré en el Ayuntamiento abrumado. Después es muy fácil, pueden decirte muchas cosas pero tú eres el alcalde.

--Se ha dicho que fue mejor político que gestor. ¿Qué cree que dirá la historia de sus siete años de alcalde?

--Yo es que no entiendo la diferencia entre política y gestión, eso es una pequeña trampa saducea. Todos gestionamos en función de un proyecto, el que sea. Yo municipalizo, yo privatizo. Gestioné un proyecto que teníamos más claro que el agua, que era que se podían hacer cosas, poquitas, de otra forma. Y otra cosa importante: aquella no era mi casa, y además tenía que cambiarla. Los primeros meses fueron muy duros. Y una de dos, o aprendías deprisa o te quedabas en el camino. Fue una experiencia apasionante. ¿Qué pude aportar? Yo creo que fui yo, no en el sentido de mantener mi personaje sino de demostrar que cuando se llega a una institución el poder político es importante.

--Usted lo ejerció manteniéndose en sus trece en muchas ocasiones. Como en sus dos polémicas con el obispo o cuando rompió el pacto con PSOE, UCD y PA y echó al primer teniente de alcalde, el socialista Antonio Zurita.

--Los hechos están ahí, pero eso es como el cabezazo del Zidane. Que sí, que se lo pegó a otro futbolista, lo que pasa es que el otro llevaba todo el partido diciéndole: "Hijo de puta, me he acostado con tu mujer...". Yo no provoqué nada.

Luego llegaron otras experiencias políticas: parlamentario andaluz, diputado en el Congreso y, siendo ya coordinador general de Izquierda Unida, aspirante a la presidencia del Gobierno. "Una vez que te montas en el tren --afirma en su estilo metafórico--, sabes que vendrán acelerones".

--Y frenazos. ¿Qué me dice de la famosa 'pinza' con el PP, que le criticaron lo mismo el PSOE que los suyos?

--Todo lo que yo hice fue previamente aprobado en los órganos de dirección, lo que ocurre es que hay mucho chaquetero/a en política que van a donde se forma la opinión como a un puro trámite, y eso a mí me enciende. No soporto esa especie de pirateo indigno, tengo un sentido tremendo del compromiso contraído.

--Una vez me dijo que se sentía como los geos, utilizado para misiones especiales. ¿Volvería a las andadas?

--No sé, en el fondo creo que me va la marcha si es por un proyecto. Yo soy el que planta un huertecillo y ve atardeceres en el campo, pero también el que necesita la tensión.