María Inmaculada Arenas tiene 29 años y está encantada con el trabajo que ha conseguido fruto de las prácticas que hizo en el plan de empleo juvenil de Cruz Roja. «He trabajado siete años en hostelería, en una franquicia de comida rápida y en una cafetería, y estaba harta, me tuve que ir porque las condiciones eran muy malas», explica, «contrato de media jornada y jornada entera, salarios muy bajos...». Independiente desde hace siete años, recuerda que los jóvenes «también tienen que pagar alquiler, facturas y demás cuando no vives con tus padres», pero el mercado laboral no ofrece demasiadas opciones. «La mayoría de ofertas son de hostelería o de comercial, si quieres algo más te tienes que ir fuera, por mucho que hayas estudiado», afirma. Aunque estudió administrativo, se preparó para las oposiciones de celadora, hasta que vio la posibilidad de hacer el curso de comercio de Cruz Roja. El paso final del curso son las prácticas. «Yo quería hacerlas en un supermercado y me llamaron de Frutas Valverde pero antes de acabarlas hubo una baja de maternidad y me ofrecieron un contrato para hacer la sustitución en el Zoco, así que estoy supercontenta, ahora tengo un contrato de un año en las mejores condiciones laborales», asegura, «me han formado muy bien y me gusta el trabajo de trato con la gente».