El presidente de la cooperativa Oleícola El Tejar, Francisco Serrano, mostró ayer su preocupación por el episodio vivido este fin de semana en el río Guadalquivir a raíz del vertido de orujo originado en su planta de Pedro Abad. «Lamentamos lo ocurrido porque, pese a cumplir la normativa, nadie está exento de sufrir un accidente como el que hemos sufrido en las labores de trasvase, debido a la rotura de una manguera de 2 pulgadas», explicó Serrano, para quien «los efectos que se han registrado en el Guadalquivir han sido mayores debido a las altas temperaturas y el escaso caudal que el río presentaba en esa zona». Según la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, cuando se produjo el vertido, a la altura de Pedro Abad, el caudal era de entre 1,5 y 2 metros cúbicos por segundo. En opinión de Serrano, «se ha producido un desgraciado accidente en un momento crítico del río», señalando que «los peces estaban muriendo ya antes por la escasa calidad del agua, la presencia abundante de cieno y el calor».

Desde la cooperativa recuerdan que «en veinte años, no ha habido ningún problema» y anuncian que lo ocurrido servirá para que la empresa revise los protocolos de seguridad «y, pese a ser muy rigurosos, reforzaremos aún más los controles».

En cuanto a la exigencia de responsabilidades, el presidente de El Tejar indicó que la cooperativa «hará frente a lo que venga».

Por otro lado, fuentes de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir indicaron que el capítulo de contaminación se dio ayer por cerrado al recuperarse los niveles normales de oxígeno en el agua en todo el caudal, según arrojan los sistemas de medición continua del Guadalquivir. Tanto la Junta como la CHG están ahora a la espera del resultado de las analíticas de laboratorio sobre las muestras recogidas, «que estarán probablemente la semana que viene».

Las mismas fuentes señalaron que, pese a que no se haya detectado intencionalidad en lo ocurrido ni tampoco negligencia, el vertido ha puesto sobre la mesa la necesidad de «mejorar la planta e incluir elementos nuevos de contención», sobre todo, en zonas muy próximas al río. Desde la CHG indican que «si el expediente para la apertura de la planta fuera más reciente, lo más probable es que ahora no se autorizara por estar demasiado próxima al cauce del Guadalquivir».

En cuanto a la asunción de responsabilidades por parte de la cooperativa, cabe señalar que si no ha habido incumplimiento de la normativa vigente, no cabría sanción, pero sí la indemnización de los daños causados en la flora y fauna de la zona, unos daños que aún están por cuantificar por parte de Medio Ambiente. Los resultados del expediente abierto a la empresa por la CHG, y si cabe o no sanción, podrían no conocerse antes de seis meses, una vez concluya la investigación en curso y los plazos previstos para la presentación de informes y alegaciones.

La CHG ha cifrado en unos 20 kilómetros de río y 1,2 millones de metros cúbicos el agua afectada por el vertido de orujo que, según la empresa, fue de entre 150 y 200 metros cúbicos. Las 12 horas de carga de oxígeno cero han supuesto la muerte de 4,5 toneladas de peces.