Hay situaciones en las que nadie es capaz de imaginar a sus hijos. Pensar que un niño o niña puede ser víctima de acoso escolar es duro, pero asumir que el autor o autora del episodio de bullying es tu retoño debe ser aún peor. Al fin y al cabo, los niños no son más que espejos que reflejan lo que ven en casa, aunque el efecto de sus actos, amplificado hoy en día por las redes sociales, duela igual o más que si lo ejerciera un adulto.

«Te voy a echar porque como no eres mi mejor amiga ni la de nadie... a ver, pobrecita, no tienes amigas, bueno, las que tenías ya las has perdido... y ¿por qué? Por guarra, asquerosa y puta, como tu madre». «Ay, pobrecita, la caquita, que no me lo coge (el teléfono), ay pobrecita la bebé que no sabe pelear, pobrecita. Tú lo que tienes es miedo, mucho miedo y ¿por qué tienes miedo? ¿De qué tienes miedo, de que le digamos a todo el mundo que eres una puta asquerosa?». «Me da igual que no me crean, se lo voy a decir a toda la clase y a todo el mundo, y menos mal que no has llorado porque como tú llores en el colegio o pongas mala cara, tú sí que te vas a enterar, yo no digo nada». «O me coges el teléfono o en el colegio te vas a enterar».

Estos son algunos de los audios enviados a través del wassap por una niña de 9 años del colegio concertado Santos Acisclo y Victoria del Naranjo, en Córdoba, a otra niña de su clase, la prueba del acoso que ha sufrido una compañera de la misma edad, y el motivo que ha llevado a sus padres a denunciar el caso ante el centro y a la inspección de Educación, a la que solicitan el cambio de colegio para su hija. «Nos hemos enterado porque la niña recibió varias llamadas al teléfono de su abuela, porque ella no tiene móvil, y como no le contestó, dejó esos audios», explica el padre, si bien no descarta que se hayan producido más amenazas, no solo de la autora de los wassaps sino de otras niñas, que no han sido registradas en ninguna parte.

La respuesta del centro es que ya se ha activado el protocolo correspondiente y que la situación se ha resuelto, aunque los padres no están conformes. «En el colegio, no nos han explicado las medidas disciplinarias adoptadas y a nosotros no nos consta que se haya hecho nada», han explicado los progenitores, que si bien están divorciados, están de acuerdo en la necesidad de que la hija cambie de colegio para que esté tranquila. Tanto la madre como el padre coinciden en que, de un tiempo a esta parte, la menor ha perdido el apetito y tiene problemas para conciliar el sueño «porque se siente aislada del resto de compañeros», si bien no se queja. «Ella está confiada en que el año que viene no tendrá que volver a ese centro, le hemos explicado que a estas alturas del curso no se puede hacer nada, pero ¿quién nos dice que ella esté realmente bien ahora?».

La inspección de Educación emplazó a la familia a denunciar el caso a la Unidad de Delitos Informáticos de la Policía Nacional, al considerar que «el acoso se produce fuera del centro escolar y a través de una red social, por lo que está fuera de sus competencias». Esa misma ha sido la respuesta ofrecida a este periódico. La denuncia fue registrada ayer por la tarde ante la Policía y en ella figura el relato de lo ocurrido y la desconfianza de los progenitores por la aplicación del protocolo antiacoso, debido a «la carencia de información sobre la evolución del conflicto». El centro se comprometió a informar semanalmente de la evolución y, al parecer, hace varias semanas que nadie les ha contactado.