Frodo, el perro que ayuda a Unai Gallego Cantarero, un niño cordobés de 3 años, a controlar mejor su diabetes tiene una importante misión. Como el noble personaje de igual nombre que protagonizaba el libro El señor de los anillos. Frodo fue adiestrado por la fundación Canem, ubicada en Zaragoza, para anticipar las hipoglucemias e hiperglucemias (bajadas y subidas de azúcar) que Unai padece desde que le diagnosticaron diabetes tipo 1 con solo 20 meses. Se trata de un perro de alerta médica, seleccionado, educado y adiestrado durante meses, para detectar a través de su olfato y avisar con antelación a un paciente diabético cuando va a tener una subida o bajada de azúcar, aportando el tiempo necesario para minimizar sus consecuencias.

Unai es el primer hijo de Alicia y Juan Carlos, que tienen otro niño, Marco, de dos años. En junio del 2017 Unai comenzó a mostrar síntomas compatibles con la diabetes tipo 1 (bebía mucha agua, hacía mucho pipí, comía mucho pero no cogía peso). Sin embargo, los pediatras que lo revisaron en la sanidad pública y privada pensaban que se debía al calor propio del verano. «Pero un día estaba muy flojo, no podía sostener su cuerpo. Lo llevamos al pediatra y tenía en ayunas la glucosa a 510, cuando lo normal es que se sitúe entre 80 o 180. En el hospital San Juan de Dios nos confirmaron que Unai sufría diabetes tipo 1 y que debía ingresar en la UCI porque estaba muy deshidratado, por lo que fue derivado al hospital Reina Sofía», relata Alicia.

Entre la UCI y planta Unai estuvo varios días ingresado en el hospital Reina Sofía. Durante la hospitalización, Alicia y Juan Carlos recibieron educación diabetológica y la visita de la presidenta de la Asociación de Diabetes de Córdoba (Adicor). «A pesar de esa formación, cuando sales del hospital no te sientes preparado para afrontar esta enfermedad crónica, con un niño tan pequeño. Mientras estuvo hospitalizado Unai sufrió una regresión en el lenguaje y dejó de decir palabras que ya sabía como papá o mamá. Y fue en ese momento cuando tuvimos que enfrentarnos a otro nuevo diagnóstico, Unai presenta el síndrome de Asperger, trastorno del espectro autista de alto funcionamiento», narra esta madre. Aunque en el Reina Sofía han probado a intentar ponerle a Unai una bomba de insulina y un sensor (lo que mejoraría el control de la enfermedad, evitaría la punción capilar y pincharse la insulina), por ahora ha sido imposible porque, al ser muy pequeño, no ha consentido, aunque tampoco le gusta pincharse y esto suele ser motivo habitual de enfado.

Pendientes las 24 horas

Al margen de los controles diurnos, todas las madrugadas, a las 3, los padres de Unai ponen el despertador para comprobar la glucosa de su hijo mayor. «Mi niño no manifiesta si está notando los síntomas de una hipoglucemia (dolor de cabeza, mareos o vista borrosa). Ha habido noches muy duras, en las que al tener Unai a las 3 el azúcar ya muy bajo teníamos rápidamente que darle un zumo comercial o gel de glucosa para remontar la glucosa por el riesgo de que sufriera un coma diabético, y a lo mejor Unai no colaboraba y tiraba el zumo. Ahora, desde que tenemos a Frodo como aliado, aunque seguimos con los controles, desde el primer día que estuvo en casa el perro nos avisa con mucha anticipación si Unai tiene una hipoglucemia, incluso de madrugada, lo que nos está ayudando a identificar bajadas de glucosa que antes no detectábamos durante la noche, evitándonos así el miedo de encontrar a nuestro hijo en situación de grave riesgo», resalta esta madre.

«Pasar despiertos todas las noches era agotador. Estábamos alerta las 24 horas del día. Hace dos años también le diagnosticaron diabetes a mi marido, enfermedad que sufre además el abuelo paterno de Unai. El perro también se anticipa a las hiperglucemias que sufre Juan Carlos y está logrando además que Unai interactúe más (algo que en lo que tienen dificultad los niños con Asperger). Frodo duerme en la misma habitación que mis dos hijos, pero siempre acaba en la cama de Unai. Sabe perfectamente a quién debe vigilar. Es nuestro superperro, uno más de la familia», apunta Alicia Cantarero.

A Unai lo supervisan en la consulta de endocrinología pediátrica del Reina Sofía las doctoras Ana Ariza y Carmen de la Cámara, que «se han implicado mucho en su atención. Ambas consideran a nuestro perro de alerta médica como parte del tratamiento del niño, lo que es de mucha ayuda», recalca esta madre.

A nivel educativo, estos padres solicitaron la permanencia de su hijo un año más en la guardería para que no entre en el colegio hasta los 4 años. Ahora solo va 3 horas al día a la guardería y durante ese corto tiempo Alicia tiene que pasarse para hacerle un control de glucosa. Alicia y Juan Carlos quieren que, cuando Unai entre al colegio el curso próximo, pueda estar las 5 horas de clase, sin tener que ir la madre a comprobar cómo tiene la glucosa, aunque saben que los profesores no tienen obligación de gestionar la diabetes de su hijo. Pero Alicia, que es profesora de Audición y Lenguaje, quiere poder volver a trabajar tras verse obligada a rechazar empleos para atender a Unai. Por eso, esta familia quiere plantearle a la delegada de Educación el derecho que tiene su hijo a recibir esta supervisión de su diabetes en el colegio que han elegido para el curso próximo, el Juan Díaz del Moral, de Bujalance.

Esta familia, al igual que la fundación Canem, demanda que en Andalucía exista una ley para que perros de alerta médica como Frodo sean considerados como los perros guía de las personas ciegas y puedan acompañar a niños como el suyo a cualquier parte por el beneficio que les supone. Así, estos padres y Unai (un niño amante de los dinosaurios y de los coches) podrían tener una vida como la de otras familias de escolares y no estar condicionados por la diabetes.