-Les encuentro a ustedes tras haber ensayado el pregón a lo largo de una tarde. ¿Ha sido complejo?

-Antonio Capdevilla.- No, qué va. Y no ha sido la primera vez que nos reunimos. Llevamos trabajando meses, desde septiembre.

-Ángel María Varo.- El texto lo entregamos el martes de la semana pasada.

-Miguel Ángel de Abajo.- Pero otra cosa es la expresión, es dar a conocer el pregón. Somos tres voces y no nos podemos pisar uno a otro. Y estamos muy contentos.

-A.C.- Si no nos coordinamos, saldrían tres pregones en uno, y lo que queremos es que salga un pregón de los tres.

-Entiéndanme la broma. ¿Tantas cosas hay que contar este año, 75 Aniversario de la Agrupación, que necesita tres pregoneros?

-A.C.- La semana Santa es como el azahar, que, aunque conozcas su olor, siempre te agrada y te dice cosas nuevas. La Semana Santa es nueva y se renueva siempre.

-M.A.A.- Y efectivamente es el 75 Aniversario de la Agrupación de Cofradías, a un pregonero por cada 25 años.

-¿Así se va a estructurar el pregón, por bloques de 25 años?

-A.C.- No, no. Es una obra coral. La originalidad no consiste en que vuelva a dar el pregón alguien que ya lo hizo. Bueno, yo sí, que lo di hace 32 años y ya nadie se acuerda (ríe).

-A.M.V.- Así estamos todos (ríe).

-A.C.- Yo creo que este pregón a tres lo podrían haber dado muchos pregoneros. Hemos tenido la suerte de ser los elegidos y estamos muy agradecidos. Pero, sí es verdad que los tres pertenecemos a ese grupo de pregoneros de finales de los años ochenta y los noventa que cambió un poco la dinámica del pregón, que pasaría del pregón un tanto oficialista al pregón cofrade, cuando empezaron a mirar a jóvenes que entonces no teníamos una trayectoria. Yo tenía 28 años cuando di el pregón, ahora tengo 60. Me avalan muchas más cosas que entonces. El caso es que creo que, en primer lugar, es un reconocimiento a aquel grupo de pregoneros y, en segundo término, y siempre lo digo, es que yo me siento integrante de una generación que, sinceramente, cambió la Semana Santa de Córdoba. Con 23 años era hermano mayor de una hermandad como la Buena Muerte, una hermandad acrisolada y de rancia solera. Con Rafael Zafra, desde la Agrupación de Cofradías, y una serie de gente, sobre todo desde el mundo del costal, muy jóvenes, dimos un paso al frente. Y lo mismo nos equivocamos. Por eso digo que fuimos la generación perdida, que cambió la Semana Santa, porque asumimos responsabilidades muy pronto y, cuando ya tuvimos cierta edad, estábamos más quemados que la pipa de un indio (ríe). Y respecto al pregón, no he oído críticas en la calle. Quiero pensar que es porque se reconoce el trabajo de aquella generación.

-En sus pregones de 1987, 1991 y 1998, ¿se imaginaban una Semana Santa como ésta?

-A.M.V.- Yo no me imaginaba una Semana Santa distinta de la que vivía. Es cierto que la Semana Santa va cambiando año a año, sin darnos cuenta de esa evolución. Pero en aquel momento no pensaba en otra posible Semana Santa, que efectivamente ha cambiado mucho en estos 30 años. Ha habido mucha incorporación de gente joven, de cofradías que ahora las vemos y nos parecen plenamente tradicionales y con un peso específico en la ciudad que en aquel tiempo.

-Y luego llegaría internet, la convocatoria de actos por Twitter.

-A.M.V.- ¡Claro! Los tres que estamos aquí llevamos muchos años vinculados con los medios de comunicación y el otro día lo estábamos hablando: no tiene nada que ver la comunicación de ahora con la de hace 30 años. Y más con las redes sociales, que yo a veces personalmente me pierdo.

-A.C.- ¡Y los cultos que te avisan por Facebook! (Ríe).

-A.M.V.- Incluso las convocatorias tradicionales se están perdiendo, o los boletines. A mí me llega mi boletín, pero tengo antes todas las noticias de mi hermandad a mi email. Ha cambiado la información, ha cambiado la forma de entenderla. Es lo más llamativo, porque la Semana Santa en sí ha cambiado menos. Ha evolucionado, ha crecido y seguimos haciéndolo, pero no ha cambiado tan llamativamente.

-Y como conocedores de los medios, les voy a poner en el compromiso de todos los años con una pregunta que nunca puede responder del todo un pregonero: ¿Qué van a contar?

-M.A.A.- Va a ser muy parecido al modelo clásico de pregón de Semana Santa, solo que en lugar de escucharse una sola voz habrá tres. Pero, además de esa polifonía, el pregón tiene una gran unidad y va a ser muy sencillo, muy clásico, en cuanto a la palabra y a darle, precisamente, valor a la palabra escrita y hablada, pero también emocionada y vivenciada. Será novedoso que se oigan tres timbres de voces a los cuales, sin duda, a los cinco minutos de pregón el público se va a acostumbrar. Estamos seguros.

-A.M.V.- Jugamos con los silencios, con las miradas. No tendremos bailarinas, no tendremos saeteros, no torearemos de salón y no montaremos una procesión de Semana Santa. Vamos a estar cada uno en su atril hablando. Hablando al público, entre nosotros, interactuando entre todos.

-M.A.A.- A lo mejor, si nuestro público nos jalea, nos arrancamos y cantamos (ríen todos).

-A.M.V.- No va a ser todo serio. Es más, yo tengo la seguridad de que se va a plasmar en el pregón lo que estamos disfrutando, lo bien que lo estamos pasando haciendo este trabajo. «Eso se va a notar», me decía el otro día mi mujer, la complicidad que hemos tenido los tres, incluso nuestra relación personal, y siempre nos hemos llevado de maravilla, va a salir muy reforzada y vamos a un poco ser más íntimos.

-Me acuerdo del pregón de mi compañero de tareas informativas Francisco Mellado, que tuvo que hablar con imaginación y esperanza en el 2017 de una Semana Santa nueva, con la carrera oficial en el entorno de la Mezquita-Catedral. Dos años después, ¿hay ya vivencias suficientes para pregonar la Catedral?

-A.C.- Absolutamente.

-M.A.A.- Yo creo que la ciudad, a grandes rasgos, ha aceptado plenamente las estaciones de penitencia en la Catedral. Al principio había una polémica muy artificial, que no era una polémica del pueblo sino de sectores en contra del proyecto, más por motivos ideológicos o políticos que de otra índole, pero ya considerar la Mezquita-Catedral como centro de la Semana Santa, no diré que está absolutamente consolidado, pero se ha avanzado muchísimo. Hasta tal punto que sería muy difícil dar marcha atrás, incluso para los que no son cofrades. Ha sido tremendo lo que se ha ganado. Y fuera de Córdoba cada vez son más evidentes la repercusión y las noticias que genera esta Semana Santa en un entorno único en el mundo. Más aún con las connotaciones de religiosidad y de historia de las religiones que tiene la Mezquita-Catedral. Se está valorando todo esto más fuera que en la propia ciudad de Córdoba.

-A.M.V.- Yo apuntaría otra cosa, aparte de coincidir totalmente con Miguel Ángel y del sentido que tiene ir al primer templo. Es un detalle que para vivirlo hay que estar en la estación de penitencia, que es entrar (pone énfasis en la palabra). Es el momento de pasar, de acceder a un mundo espiritual en la Catedral. Y hay otra cosa más: con esta carrera oficial las cofradías nos vemos, no como en Las Tendillas. Ahora vemos la hermandad que está saliendo delante de nosotros de la Catedral y la que va a entrar después. Es palpar que todo ese sentimiento lo compartes con otras cofradías, que somos partícipes de una misma felicidad y de una misma realidad.