Por más que pasen los años, la sombrerería Rusi sigue a la última. El segundo comercio más antiguo de Córdoba, ubicado en la calle Ambrosio de Morales y fundado en 1903 según la documentación que atesora su propietario, celebrará este año su 116º aniversario en un nuevo resurgir del negocio que ha llevado a Mario Roldán, con ayuda de su hijo (cuarta y quinta generación de la saga Rusi), a reabrir una nueva tienda anexa a la original en la que no solo ha ganado metros cuadrados sino que ha incorporado la moda de cabeza de la mujer e incorporado nuevos diseños y proveedores para atraer al nuevo público.

«En Rusi conviven el sombrero cordobés artesano, que yo mismo fabrico a medida, con todo tipo de sombreros clásicos como la chistera o el bombín y las tendencias nuevas que van llegando por influencia de las series de televisión», explica Roldán, que en los dos últimos años se ha tenido que documentar en Netflix de lo que está de moda. «Con la serie Breaking Bad se vendieron un montón de sombreros pork pie como los que lleva el protagonista y esta Navidad ha sido tremenda la demanda de gorras al estilo de los gángster irlandeses de Peaky Blinders», asegura. Ese tipo de gorra «es un clásico que siempre hemos tenido, pero este año se han triplicado las ventas, he tenido que repetir encargos de varios modelos y buscar proveedores que me decían que en toda España estaba pasando igual». También ha vendido más de un bombín para forofos de Joaquín Sabina y ya se están empezando a acumular las peticiones de «mascotitas negras de ala corta como las que lleva el cantante de El Barrio». La moda femenina, un carro al que Mario Roldán acaba de subirse, también le ha dado alegrías en el escaso mes que lleva abierta la nueva tienda. «La boina francesa ha sido una locura y también se han llevado algún sombrero cloché años 20 y alguno tipo chéster», relata satisfecho.

Su amplia experiencia al frente del negocio sombrero le dice que el cordobés sigue siendo reacio a cubrirse la cabeza. «Córdoba no tiene tradición de sombrero a pesar del frío que hace y al daño que puede producir el sol en verano, muchas personas son reacias por vergüenza y ese extraño sentido del ridículo del cordobés», asegura, «y sin embargo algunos vienen a comprar sombreros para cuando viajan porque fuera de aquí les encanta usar sombrero». No es de extrañar que solo el 35% de las ventas de Rusi las realice el público cordobés y el resto, pese a que de momento no se han incorporado al comercio online, sean adquisiciones de turistas y extranjeros de todo el mundo. «Un sombrero hay que probarlo, comprobar la talla, si te queda bien, sobre todo porque las medidas no son las mismas en todos los países».

Amante convencido del sombrero y de la gorra, observa sin embargo un cambio general en la gente joven. «Gracias a ellos, que no tienen esa mentalidad, el sombrero se está volviendo a usar, al igual que la gorra deportiva -comenta-. A partir de los 30 años hay gente a la que le gusta vestir bien y cuidar su imagen y esos vienen buscando calidad, igual que los mayores que están acostumbrados a cubrirse la cabeza de toda la vida». Estos clientes «no quieren la línea clásica que les recuerda al pasado sino que buscan diseños innovadores».

Entre su público más fiel, se encuentran americanos, alemanes, rusos y nórdicos, muchos de los cuales llegan a Córdoba procedentes de los cruceros que hacen parada en Málaga o Sevilla. «El sombrero cordobés tiene su público en la provincia, pero también es muy demandado fuera, en lugares como California y Texas donde hay mucha tradición del caballo y en el norte de Europa», indica el propietario de la firma, que destaca el impacto positivo que tiene «la difusión de la doma vaquera y del mundo del enganche con sello cordobés en todo el mundo».

Hace unos años, el anuncio del cierre de la tienda de Rusi de Gondomar generó un impacto negativo. «Mucha gente pensó durante un tiempo que esta tienda también había cerrado», señala, al tiempo que lamenta la indiferencia de Córdoba y sobre todo de algunas instituciones ante la supervivencia de comercios de larga tradición como el suyo. «Aún estoy esperando que el Ayuntamiento me felicite por el siglo de vida, algo que sí hizo en su día la Diputación», bromea, «siento envidia por tiendas de Madrid, de Extremadura, de Zaragoza, donde se cuida con mimo el comercio local e incluso se diseñan rutas para dar a conocer los negocios más antiguos de la ciudad». Ahora viven un tiempo de bonanza que estuvo precedido por años de crisis como la de los 90, recuerda: «La peste equina casi nos mató porque vivíamos en gran medida del sombrero cordobés y sin caballos no hay romerías ni sombreros y hubo que buscar alternativas».

En unos días, Mario Roldán viajará a París para visitar la feria de complementos Who’s Next. «París es el escaparate donde voy a preparar la próxima temporada y a buscar las tendencias para caballero y para señora», destaca. «De momento lo que se está pidiendo mucho son los sombreros que se pueden enrollar, en calidad de lana y pelo, para personas de mediana edad que viajan mucho y no quieren tener problemas con el equipaje -indica-. También investigaremos de cara al verano las novedades en gorras truckers, la clásica gorra de camionero americano de los años ochenta, buscaremos nuevos proveedores y traeremos las novedades».

El precio no debe ser un impedimento para quien desee cubrirse la cabeza sin renunciar a la calidad. «En gorras, hay desde la clásica de pana de 17 euros hasta la más cara de Stetson de 140 y sombreros... el más caro es el cordobés hecho a mano con piel de conejo, a 180». El reto es aprender a vestirse por la cabeza y no por los pies.