El día amaneció cerrado y con bajas temperaturas. La sombra de la lluvia era cada vez más difusa, por lo que la hermandad de la Expiración tomó la decisión de trasladarse, como estaba previsto, a la Catedral, donde a las 12 de la mañana el obispo de la diócesis, Demetrio Fernández, oficiaría la fiesta de regla de la corporación con un carácter extraordinario con motivo del centenario de la refundación de la hermandad.

Poco a poco, el cortejo iba avanzando por el Compás de San Pablo, mientras el Cristo esperaba en el interior del templo dispuesto a cruzar la puerta que el sábado abrió el obispo, símbolo de un año de gracia para los hermanos de la Expiración. Hermanos que no perdieron la oportunidad de acompañar a su titular en este histórico traslado, por lo que más de un centenar formaron el impecable cortejo que se fue abriendo camino por unas calles que por minutos iban tomando cuerpo.

La música de capilla creaba el mejor ambiente en esta fría mañana de febrero donde el Cristo lució en su paso como cada Viernes Santo y acompañado de la inseparable Virgen del Silencio a los pies de la cruz, sobre un monte calvario exornado con pitas y enredadera, un exorno que se asomaba en la cornisa del paso en forma de elegantes rosas rojas. Con la comitiva por la calle la Feria, el cielo se iba abriendo por momentos, un tenue azul matizado por las nubes de incienso que se creaban alrededor del Cristo dando una inusual estampa de la cofradía en la calle, que no quisieron perderse los numerosos fotógrafos que se agolparon en todo el camino delante del paso.

Una vez en la Catedral, el paso fue ubicado en un lateral del altar mayor del primer templo, comenzando la solemne eucaristía. Tras la misa, comenzó a formarse de nuevo el cortejo que devolvería las sagradas imágenes a la iglesia de San Pablo.

La procesión dejó como anécdota la presencia del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que contempló a la cofradía justo en la Puerta de las Palmas. Rajoy departió unos instantes con el hermano mayor, José Luis Cerezo, quien le hizo entrega de un grabado del Cristo. Quedaba muy poco para que la hermandad estuviera ya de nuevo en San Pablo.