En el hospital Reina Sofía nacieron el pasado año alrededor de 60 niños grandes prematuros (que son los que vienen al mundo antes de las 37 semanas y con menos de 1.500 gramos de peso). En la última década la cifra de grandes prematuros nacidos en el hospital cordobés casi se ha duplicado.

Una de estas bebés adelantadas es Sofía, que cumplirá el sábado su primer año, aunque ella celebra dos cumpleaños. El real será el sábado 16 de noviembre, día en el que nació con solo 26 semanas de gestación, un peso de 480 gramos y una estatura de unos 30 centímetros. Pero su familia festeja también el 8 de marzo, Día de la Mujer, por ser la jornada en la que la pequeña recibió el alta del Reina Sofía, después de pasar allí 112 días, casi cuatro meses hospitalizada. Actualmente, Sofía pesa ya 5 kilos y medio, se encuentra muy espabilada, y dice palabras como «mamá», «papá» y «tata», gracias a la dedicación de su familia y a la atención temprana que recibe en Apannedis.

El cumpleaños real de Sofía casi coincide con el Día Mundial del Prematuro, que la Organización Mundial de la Salud tiene fijado el 17 de noviembre, y la fecha en la que recibió el alta, el 8 de marzo, es símbolo de lucha y de superación, algo que sin duda esta niña no ha dejado de hacer desde que nació, gracias a la asistencia recibida en el Reina Sofía, a la presencia y calor continuo de su madre, y al apoyo del resto de su familia.

Araceli Bravo es la madre de Sofía y junto a su marido, Francisco Javier Casas, tienen otras dos niñas, María y Lucía. Araceli señala que ha disfrutado mucho de sus tres embarazos. «Han sido momentos muy felices, pero un día cualquiera, estando embarazada de 25 semanas, encontrándote bien, te levantas, te vas a trabajar y al poco te encuentras en la cama de un hospital. Te anuncian que estás en situación de preemclampsia grave, con síndrome de Hellp (una de las complicaciones más graves de la gestación), y que te tienen que interrumpir el embarazo. Mis riñones e hígado sufrían problemas graves. Había dejado a mis otras dos hijas en buenas manos, al cuidado de mi madre, pero no podía imaginar que iba a estar casi cuatro meses sin ellas. En ese momento es como si se hubiera parado el mundo, la que más me necesitaba era Sofía. Avisé en mi empresa, que me apoyó en todo momento, y mi madre, mi marido, mis hijas y resto de familiares me ayudaron en todo este largo tiempo de hospitalización porque no me moví del Reina Sofía en 112 días», cuenta esta vecina de Palma del Río.

Además, «en el hospital conoces a una segunda familia, las del resto de bebés ingresados, que supone mucho respaldo», destaca. «Les dije a los médicos que no quería que me sacaran a la niña. Esperaron cinco días, pero mi vida corría más peligro que la de ella, así que me tuvieron que hacer la cesárea. Al nacer, mi pequeña no logró respirar por sí misma. Presentaba displasia broncopulmonar y se tuvo que quedar entubada. En los casi cuatro meses de ingreso en la unidad de neonatología estuvo conectada a varios equipos, recibiendo distintas medicaciones, para tratar de completar lo que hubiera tenido si el embarazo hubiese llegado a término», expone esta madre.

Vídeo: Prematuros en el hospital Reina Sofía. El caso de la pequeña Sofía.

Leche materna

«Lo más urgente era que los pulmones de Sofía madurasen. La leche materna le venía muy bien, porque ayudaba en especial a a su aparato digestivo y a que hiciera peso. Así que a diario iba al lactario y luego recibía mi leche. He pasado más días malos que buenos por las complicaciones que iban surgiendo, pero solo me quedo con lo bueno, He tenido el corazón partido entre el hospital y mi familia. A mis otras dos hijas las veía los sábados y han sido muy responsables, aprobaron sus cursos sin estar yo pendiente, fueron valientes como Sofía», destaca Araceli. Esta madre agradece a la Fundación Fepamic que le dejara dormir, durante el tiempo que su tercera hija estuvo hospitalizada, en el piso que esta entidad tiene cerca del hospital para familias que necesitan un lugar para descansar por tener hijos con ingresos de larga estancia y tiene también palabras inmensas de gratitud para los profesionales que la atendieron en el Reina Sofía durante el embarazo, para el «maravilloso» equipo de neonatología, que cuidó y mimó a su niña, y para el personal del lactario, por su ánimo y compañía.