Sobresaliente. Esa fue la nota que la Policía Local dio este miércoles a los cordobeses tras una intensa mañana de patrullas informativas en las que parejas de agentes se volcaron en la concienciación ciudadana sobre la necesidad de utilizar la mascarilla no solo porque no hacerlo conlleva una sanción sino porque está en juego la salud pública. Según fuentes municipales, aunque el objetivo del primer día era insistir en la información más que poner sanciones, la Policía constató el uso generalizado de este medio de protección en una ciudad que hasta ahora está teniendo un «comportamiento ejemplar», según las autoridades, y donde solo se ha registrado un brote de tres personas, y no cuatro, según la información facilitada ayer por la Junta, que viajaron a Madrid y se contagiaron de covid-19.

La percepción de la Policía Local, cuya presencia suele ser un método de lo más persuasivo para quienes tengan dudas de si llevarla o no, máxime cuando el bolsillo está en juego, contrasta con la de algunos ciudadanos consultados, que perciben cierta relajación en algunos colectivos, sobre todo, entre los jóvenes, a quienes piden responsabilidad. «Saben que ellos no están en peligro, pero deben hacerlo por los mayores y por las personas enfermas», insistía ayer Josefa, de 75 años, preocupada por los rebrotes y las terrazas llenas de gente sin mascarilla.

Pese a todo, cada vez son menos los que se arriesgan a salir de sus casas sin la incómoda y asfixiante máscara antivirus. «Parece que el miedo a la multa es más efectivo que el miedo al virus», comentaba esta mañana Francisco H., un cordobés prejubilado de 60 años que, preparado con su modelo quirúrgico, salió a pasear bien temprano y comprobó que el uso es más que generalizado. «En Córdoba, yo pienso que la gente está siendo muy correcta», aseguró confiado.

A pocos metros, Diego, otro señor de mediana edad, coincidía en su apreciación, al tiempo que se mostraba reacio a llamar la atención a quienes incumplen la norma. «Los que no se ponen la mascarilla es porque son muy incívicos y yo lo que hago es que me alejo de ellos rápidamente, pero no digo nada porque seguro que te saltan por los cerros de Úbeda».

En el mercado de La Corredera, los clientes de la frutería Pilar también tenían la misma percepción. «Yo he visto algún que otro joven a primera hora sin mascarilla porque ellos aún piensan que esto del coronavirus no va con ellos», señalaba una clienta que añadía: «Por eso sería bueno que empezaran a multar ya, a ver si así se dan cuenta de que esto no es ningún juego».

Cabe recordar que llevar la mascarilla en el codo, como recogepapada o bajo la nariz anula el efecto preventivo de esta protección y aunque se entiende recurrir a estos métodos en lugares abiertos sin tránsito de personas, podría ser igualmente penalizado con la correspondiente sanción.

Muchos niños, que solo están exentos de llevarla si son menores de 6 años, también están mentalizados de que no llevar mascarilla puede suponer un riesgo extremo no tanto para ellos como para sus abuelos. «Yo llevo la mascarilla por mi abuela, para que ella no se ponga mala», comentaba hoy Jesús, un niño de ocho años, durante su paseo matutino de la mano de su madre. En esta misión, los padres tienen una responsabilidad clave, que parece irse de las manos a ciertas edades. «Con este pequeño no hay problema, lo lleva a rajatabla, pero hay que estar muy encima de los hermanos mayores porque en cuanto te das la vuelta y se juntan con los amigos, se les olvida todo», confesó la madre.

En cuanto a las mascarillas que el Ayuntamiento está distribuyendo, dos FPP2 por vivienda, fuentes del sindicato CGT en Correos han confirmado que el reparto no ha sido uniforme en Córdoba, por el gran volumen de envíos que supone, y mientras que en los distritos 14004 o 14005 se están entregando desde el miércoles de la semana pasada, «en las zonas de reparto de la carteria de la Avenida de Libia, (distritos 14007, 14010 y 14014) se están distribuyendo esta semana y aún no se ha completado».