En el Ayuntamiento de Córdoba no se recuerda un precedente similar. Pero cuando el drama de la inmigración --el de las pateras, el de personas jugándose la vida en el Estrecho-- ha llamado a las puertas de la ciudad, ha encontrado respuesta. «Cuando la Policía nos pide un lugar para alojar a estas personas, lo que hacemos es actuar ante una situación de emergencia. Se trata de una acción humanitaria», explicó ayer el concejal de Servicios Sociales, Juan Hidalgo. «Teniendo en cuenta que es la primera vez que nos vemos ante esta situación, creo que no lo hemos hecho mal», añadió el concejal. «No los hemos alojado en un pabellón o un sitio similar, hemos buscado el mejor espacio posible», continuó Hidalgo, refiriéndose a las instalaciones del Centro de Educación Mediambiental, un edificio municipal ubicado en la avenida Linneo, frente al Jardín Botánico, perfectamente equipado para acoger a medio centenar de personas.

Allí, son voluntarios de la Cruz Roja los encargados de asistir a los inmigrantes. «Prestamos ayuda humanitaria, igual que lo hacemos cuando llegan a las costas», señaló un portavoz de Cruz Roja. Hay diez voluntarios por turno. Mañana, tarde y noche.

Los inmigrantes acogidos en Córdoba proceden de países como Camerún, Sudán, Gambia, Senegal o Guinea Bissau, y casi todos hablan francés. La mayoría son jóvenes, en torno a los 20 años de edad y, según el concejal de Servicios Sociales, se encuentran bien, aunque algunos presentan pequeñas quemaduras o están resfriados por los cambios de temperatura.

Juan Hidalgo cree que algunos todavía permanecerán en el centro municipal uno o dos días más, hasta que finalicen todos los trámites. Pero el concejal no descarta que Córdoba pueda acoger a más grupos de inmigrantes en un futuro.