Los vecinos de la Fuensanta mantienen la esperanza de beneficiarse de las ayudas de la Junta si el barrio logra ser área de regeneración y renovación urbana, lo que se conoce como ARRU. En una vivienda que se encuentra en la tercera planta del número 1 de Virgen del Mar residen desde hace 47 años María Córdoba y Antonio Blanco. El bloque era uno de los que iba a percibir ayudas de la Junta para la colocación de ascensores antes de la crisis de hace más de una década pero se quedó en puertas, ya que, aunque tenía el proyecto aprobado, no llegó a firmar el convenio. Desde que Antonio fue operado, no sale a la calle. «Dos años hace en julio desde que mi marido no baja por una operación de rodilla», relata María, que asegura que «sin ascensor estamos como en una cárcel».

Esta pareja de 82 y 83 años son un ejemplo de mayores enclaustrados en su propio domicilio sin posibilidad de salir. «Yo salgo lo justo para comprar el pan y traerle el periódico a mi marido para que se distraiga», explica, pero «es una pena que no podamos bajar». «Ya han pasado muchos años desde que pusieron los primeros ascensores en el barrio», recuerda esta mujer que, junto a su marido, fueron «de los primeros vecinos del bloque», que ha ido perdiendo residentes que han fallecido y recibiendo a otros más jóvenes. Uno de los problemas que tiene este edificio, que se da con frecuencia en otros, es la falta de acuerdo vecinal para instalar el ascensor. En este sentido, María confía en que la Junta dé «la ayuda y los vecinos tomen conciencia porque el ascensor nos va a servir a todos, a los mayores y a los jóvenes».

En el mismo bloque vive Paloma Povedano, que no olvida cómo después de tener una subvención concedida del 95% en el 2007 no llegó a nada. Aunque la comunidad se movilizó y reclamó a la Junta, la lucha no sirvió y, finalmente, desistió y no volvió a pedir ayudas. La declaración de la Fuensanta como ARRU supone una nueva esperanza para estos vecinos que no ocultan sus dudas y temores. «Parece que van a dar ayudas nuevas pero no van a llegar ni al 50%», afirma Paloma, que indica que «si antes fue difícil aportar el 5%, poner el 50% va a ser más». A esto se suma que «la gente joven tiene poca disposición a pedir las ayudas».

El responsable de ascensores en Al-Zahara y presidente de la asociación Santuario, Rafael Carmona, asegura que ninguna administración les ha comunicado nada y ni siquiera sabe qué delimitación tendrá el área. Carmona señala que «siempre se habla de 10 bloques del Santuario y de 30 de San José Obrero» para la colocación de ascensores, pero esa no es la única medida necesaria. Además de la instalación de elevadores, hace falta «acabar con las uralitas» en 52 bloques, que «son de 1973 y tienen amianto». La instalación de placas solares también la ve necesaria. Carmona teme que la inversión prevista no cubra los gastos necesarios y que la ayuda no supere el 40%. «Si la subvención no es importante, las comunidades no tienen recursos para meterse en deudas», asevera.

Las estimaciones que ya ha hecho Vimcorsa son que la declaración de ARRU beneficiaría a 40 bloques con 600 viviendas. La convocatoria de la Junta recoge una ayuda de 5 millones para tareas de rehabilitación que se ejecutarán en 5 años. El programa financia entre el 65 y 80% del total de las obras.