A Beatriz Muñoz comenzó a sangrarle la nariz meses antes de ser diagnosticada de un tumor maligno muy poco frecuente en la cavidad superior de la cavidad nasal. Esto hizo que también perdiese el olfato. «En un primer momento yo me cortaba la sangre y ya está. No fue hasta un día, en el que me puse a sangrar muchísimo, cuando decidí que tenía que acudir a un médico», contó.

La derivaron al hospital de Córdoba desde Cabra y, en ese momento, Beatriz sintió que «se le cerró el mundo entero».

Esta mujer, de 35 años y madre de tres hijos, tuvo que recibir el apoyo incondicional de familiares y amigos para salir adelante en un momento en el que nadie espera ni quiere verse.

Juan Aguilar, el médico que se hizo cargo de su enfermedad, trataba de consolarla, pedirle confianza en él y explicarle lo que iban a hacer para salvarla, pero ella solo podía llorar en consulta. Después de la operación, Beatriz tuvo que continuar acudiendo a las curas y perfeccionamientos de la eliminación tumoral. Ya hace año y medio de todo aquello, pero ella confiesa «no ser consciente de la magnitud del problema al que se enfrentó».

No solo se trató de una cirugía interminable, también tuvo que hacer frente a varias sesiones de radioterapia antes y después de la operación y, luego, continuar con un arduo proceso de recuperación, solo visible a ojos del que lo vive.

Ahora, aunque recuperada y libre de enfermedad, Beatriz deberá evitar cargar con mucho peso a riesgo de provocar una rotura en la reconstrucción nasal.

Beatriz accedió a hablar ante los medios sintiéndose en la obligación de ayudar a todo el que pueda pasar por su situación. «Si en aquel momento mi problema hubiese sido más conocido, yo me lo habría tomado de otra manera», afirmó, asegurando que «aún así, sigo viva, feliz y agradecida».