La dimisión de la secretaria general es una de las cosas más llamativas, por no decir graves, que han pasado en el Ayuntamiento de Córdoba en los últimos años. El hecho se ha producido a los tres meses de gobierno del PP, pero viene de atrás. Quizá lo único achacable al PP es que en esas semanas no ha conseguido cambiar el caótico e irrespetuoso procedimiento de trabajo de los órganos de decisión del Consistorio. La primera funcionaria dimitió en el Pleno, y probablemente lo hizo así para que su decisión no tuviera vuelta atrás. Adujo para tomarla que los concejales no cumplen los acuerdos de la junta de portavoces.

Isabel Alcántara lleva alrededor de cinco años en ese cargo, un puesto clave no solo porque es el de más rango en el cuerpo técnico municipal, sino porque una de sus misiones es dar seguridad jurídica a los expedientes que llegan al Pleno. Alcántara es una funcionaria cualificada, competente, equilibrada y razonable, que difícilmente se habrá dejado llevar por un calentón momentáneo o un enfado puntual. Se dice que desde hace algún tiempo sopesaba solicitar el traslado, por los mismos motivos que la han llevado a esta decisión radical de dimitir. Su gesto saca los colores a los ediles, sobre los que los cordobeses han hecho recaer la responsabilidad de la gestión y de la oposición en el Ayuntamiento.

Para muestra de cómo están las cosas vale el botón de los acontecimientos que desencadenaron el anuncio de salida de Isabel Alcántara. El jueves anterior al último Pleno municipal, el gobierno municipal anunció en la junta de portavoces sus propuestas para las distinciones que otorga la ciudad el día de San Rafael. El PP señaló su interés en nombrar hijo adoptivo al catedrático emérito José Javier Rodríguez Alcaide y en conceder la medalla de oro de la ciudad al equipo español de la Copa Davis. Hasta ahí, todo bien. Entonces, IU y PSOE dijeron que sus grupos también quería hacer propuestas, y, ante la premura del tiempo, se acordó una nueva reunión de la junta de portavoces para el lunes anterior a la sesión plenaria. La secretaria se encontró el lunes con que no se había convocado la reunión, y el martes, pocos minutos antes del Pleno, se presentaron tres propuestas para distinguir a Francisco Aguilera (el cura Paco), a la Asociación Encuentros en la calle y a la Plataforma Cordobesa contra la Violencia de Género.

Ese día alucinó el portavoz de Unión Cordobesa, Juan Miguel Alburquerque, pues en su calidad de catedrático de la UCO explicó que las distinciones universitarias, los doctorados honoris causa, por ejemplo, se preparan con un año o dos de antelación, en un expediente sólido y argumentado, y no cinco minutos antes de concederlos. Quizá no es necesaria tanta elaboración, pero un punto medio de reflexión no estaría mal, y sería más considerado incluso para con los galardonados.

Días antes se había suspendido la sesión extraordinaria en la que se iba a dar cuenta del papel del Ayuntamiento en la semifinal de la Copa Davis porque la documentación estaba incompleta. Y, en general, los órdenes del día del Pleno y de las juntas de gobierno local llegan repletos de puntos irrelevantes en los que se da cuenta de sentencias por el IBI o de resoluciones ya tramitadas por la Gerencia de Urbanismo, mientras en el apartado de "urgencias" se incluyen un montón de propuestas en las que van temas de relevancia. Así, la palabra "urgencias" se convierte en un eufemismo, en un coladero o en una manera cómoda de eludir trámites, perdiendo su auténtico sentido en muchos casos.

Así las cosas, ni se garantiza la seguridad jurídica, pues no hay tiempo de estudiar los expedientes, ni el correcto funcionamiento democrático del Ayuntamiento. Llegados a este punto del orden del día, la Corporación debe tomar nota de la situación, aplicarse el cuento y hacer las cosas con más rigor.