El catedrático de Historia Social y del Pensamiento Político de la UNED y Premio Nacional de Historia, Santos Juliá clausura esta tarde en la facultad de Filosofía y Letras el curso Religión, Humanismo y Cultura: La memoria de Europa en un mundo global.

-Su conferencia se titula ‘España en el espejo de Europa’. ¿Qué se ve en ese espejo?

-Lo que voy a intentar desarrollar son las miradas que a lo largo del siglo XX los españoles han dirigido a Europa preguntándose fundamentalmente por qué no éramos como los europeos. Es algo que viene de la Generación del 98 primero, que atraviesa luego a la Generación del 14 y que se vuelve a plantear después de la Guerra Civil, preguntándose fundamentalmente por qué no éramos como ellos, una pregunta que nos ha acompañado hasta la incorporación a Europa.

-¿Tan distintos nos sentimos de los europeos?

-Tan distintos se sintieron en el pasado. Nosotros ahora menos, pero en ese momento se partía de la idea de que España había quedado rezagada, como atrasada por su secular decadencia de lo que había ocurrido en las naciones europeas. Entonces, mirarse en Europa era la vía para tomar conciencia de eso que se llamó el fracaso, el retraso o la decadencia española.

-¿Cree que ahora es más fácil para los españoles mirar a Europa sin complejos?

-Bueno ahora ya no nos situamos en Europa como si nos miráramos a un espejo diferente a lo que somos. Esa historia se acabó. Hoy somos europeos en Europa. Desde el momento en que se consideró como un logro la incorporación a Europa en el año 85-86, Europa pasó a definir parte de lo que somos y esa consideración de que la imagen que nos devolvía el espejo de Europa nos remitía a un fracaso desapareció.

-Pese a todo, el europeísmo no atraviesa su mejor momento, la gente ha perdido ese orgullo de ser europeo de años atrás.

-Es cierto que no estamos en el momento de euforia que recorrió el clima cultural español de mediados de los años ochenta, no es ese sentimiento el que predomina, pero yo creo que nadie considera que tendríamos un futuro mejor fuera de Europa. La cuestión no nos concierne solo a nosotros ahora, concierne a Europa, que tiene que decidir qué quiere ser. Esto hace tiempo que ha dejado de ser un problema español.

-Sin embargo, Europa se ha impuesto en gran medida a las naciones y manda en los destinos de los estados miembros más de lo que nos gustaría.

-Europa es un sistema político que a finales del siglo pasado se pensaba que iba casi a disolver la vigencia del estado nacional y el resultado ha sido que no. Los estados nacionales, en lugar de disolverse, siguen teniendo una presencia diferenciada en Europa, incluso estas vertientes nacionalistas que están recorriendo países como Holanda o Gran Bretaña eran impensables en los años 90 del siglo pasado y, sin embargo, ahí están. Quiero decir que aquella predicción de que el estado nación estaba dando sus últimos suspiros fue una teoría que se ha demostrado fallida.

-Con un pie aún en la crisis económica y el euroescepticismo creciendo, ahora entra en escena Donald Trump. ¿Qué efecto cree que puede tener su forma de gobernar en Europa?

-Si el sistema institucional de EEUU no consigue ponerle límite, la figura de Donald Trump en Estados Unidos no representará solo una catástrofe para Europa sino una catástrofe para EEUU. No se puede gobernar un gran estado mundial de la manera en que ha empezado a gobernar Trump. Esto lo saben allí porque sus instituciones son sólidas y lo más probable es se le ponga freno. Ahora, si el control institucional salta por los aires y se sigue gobernando el país como pretende hacerlo Trump, no digo yo Europa, todo el Pacífico va a entrar en una situación catastrófica al igual que las relaciones con Oriente Medio y Rusia. Una gran potencia mundial en manos de un nacionalista extremo siempre ha tenido consecuencias desastrosas no solo para el país que lo sufre sino para el resto del mundo.

-¿Europa debe ser más contundente al plantar cara a Trump?

-Partiendo de la base de que Europa no es un estado sino un sistema de estados, creo que está haciendo lo que debe.