A unos 14 kilómetros del centro de Córdoba se encuentra Villarrubia, uno de los barrios periféricos de la ciudad que no existió, como tal núcleo de población urbana, hasta el siglo XX. Es en esa centuria cuando los usos agrícolas del entorno comienzan a transformarse y a alternarse con suelo industrial, lo que tendrá como consecuencia la creación de un núcleo urbano para resolver la escasez de vivienda en la zona.

El profesor del departamento de Geografía y Ciencias del Territorio de la Universidad de Córdoba, Martín Torres Márquez, que ha realizado diversas investigaciones sobre este barrio de la capital, señala en su trabajo Notas al desarrollo demográfico y urbano del extrarradio occidental de municipio de Córdoba: Villarrubia (1920, 1981), que «los primeros datos demográficos fidedignos que hemos podido allegar sobre Villarrubia y su periferia más próxima se remontan a la segunda mitad del siglo XIX. En concreto, hemos de citar El Nomenclátor de 1860, que, aun siendo algo incompleto y escasamente detallado, es el primero que recoge nuestra localidad bajo la denominación de «cortijo de Villarrubia».

Martín Torres destaca que a principios de siglo XX solo existía dicho cortijo, dedicado al cultivo de secano, y que al ser «el principal creador de empleo» se convirtió en «un pequeño centro de atracción demográfica estacional o temporera».

Será a partir de 1930 cuando, según Torres, comience el verdadero crecimiento demográfico, sobre todo, a la inmigración, al principio procedente de forma mayoritaria en la provincia.

En este sentido para el profesor de la UCO la construcción del embalse del Guadalmellato propició el impulso de la agricultura intensiva en Villarubia y abrió paso a nuevos cultivos, como la remolacha, que posteriormente fueron decisivos para el impulso de la industria.

Precisamente en la década de los 30 abría sus puertas la Azucarera San Rafael, construida por la «compañía checoslovaca Skoda bajo la supervisión de la Cooperativa Agrícola San Rafael». Según Martín Torres la firma hizo su primera campaña en 1932 y catorce años más tarde pasaba a manos de Azucarera del Ebro, creada en 1903.

Durante muchos años esta firma fue el motor económico de Villarrubia. Después vendrían otras, como la Cooperativa de Cultivadores de Algodón, La Algodonera, que iniciaba su andadura en 1962. Ambas factorías cesaron su actividad, la primera en 1995 y la segunda pocos años después, lo que supuso un duro golpe para la población y la economía de Villarrubia.

Pero el crecimiento demográfico de este barrio periférico también está relacionado con las parcelaciones, aparecidas de forma espontánea. Un asunto que en los últimos años ha dado muchos quedraderos de cabeza tanto a los vecinos como a las administraciones públicas.

Ahora, la modificación de la Ley de Ordenación Urbanística de Andalucía (LOUA) permite adelantar a las parcelaciones servicios básicos como agua, luz o saneamiento y las de Villarrubia esperan expectantes a ver cómo se resuelve el asunto.

Y mientras, los vecinos cuentan los días para ver cómo, por fin, el 29 de octubre se hace realidad el tren de cercanías entre Villarrubia y Alcolea. Aunque ya han mostrado su disconformidad con Renfe, que ha decido aplicar tarifas de media distancia.