Una vez al año, desde hace tres, un carrito dulce y fresco pone rumbo al hospital Reina Sofía para sacar una sonrisa a los más pequeños. “Como ellos se pierden las vacaciones, vamos a llevarles un poco de helado y alegría”, explica Danielle Scolari, propietario de la heladería Buonisssimo. Entre globos de colores, introduce el brazo en el carro, ante la atenta mirada de los niños, y llena una tarrina abundantemente. Ellos, con la mirada perdida entre sus manos, se marchan acompañados de familiares contagiados de sonrisas. El carrito ha recorrido esta mañana cada planta del Materno-Infantil repartiendo un producto “natural y elaborado con productos locales, siempre que es posible”, explica Danielle, que emplea la técnica italiana que aprendió.

“Los médicos valoran positivamente todo este tipo de actividades, porque piensan que tener la mente entretenida, que se diviertan y que tengan una actitud positiva acelera la curación”, cuenta Ana Calvo, coordinadora de la unidad de Actividades Motivacionales del centro. “Estamos encantados de que vengan, porque a los niños se les hace una mañana agradable y fresca”, continúa.

Desde el 2016, el heladero, un italiano afincado en Córdoba, y su mujer pedalean hasta el hospital sin otro fin que hacer disfrutar a los pequeños. “Es una alegría para nosotros que los niños disfruten”, afirma Danielle. “Hice la inversión del carrito para poder sacar el helado a la calle y me pareció que le daría un buen uso llevándolo al hospital. Les da mucha alegría a los niños y también a los mayores”.

Por ello, los agradecimientos no faltan para esta iniciativa. “Está muy bien, porque en Córdoba hace mucho calor”, comenta un padre. “Esto de los helados es una idea genial y los niños lo disfrutan segurísimo. Aquí son un encanto”, reconoce otro, mientras da helado al pequeño, sobre sus piernas. “El hospital es una pasada”, prosigue. “Tienen juguetes por todos lados, la sala de los héroes arriba…”, cuenta. Durante las largas estancias, “se agradece, ya que se pueden relacionar muy poquito. Por eso, todo lo que sea un poco de aire y juguetes es una pasada”, afirma, y sigue apurando la tarrina.

Lo que empezó como un hobby, el de hacer helados en casa, ha ido más allá de “la locura” de crear un negocio, como dice el heladero, y se ha convertido en un movimiento para reivindicar la alegría de los pequeños en el hospital. Pero no ha terminado, porque siguen intentando innovar. Igual que desde el área de Actividades Motivacionales, que está abierta a iniciativas de fuera -explica Ana Calvo- como la que hoy ha intentado sacar una sonrisa a los niños.