La teniente de alcalde de Infraestructuras, Amparo Pernichi, confirmó ayer a este periódico que se ha dado orden de revisar todos los anclajes y el estado de las grandes lámparas de los soportales de La Corredera, después de la caída reciente de un tercero de estos grandes faroles y tras tres advertencia por escrito de un vecino que alertaba del riesgo para el transeunte por el evidente deterioro de anclajes.

En concreto, «revisar todos los faroles para evitar que caigan sobre los transeúntes», además de reponer esos grandes faroles caídos y las tulipas desprendidas, es como reza la última solicitud de Manuel Cachinero, un vecino cercano a La Corredera que considera que «solo cumplo con un deber ciudadano» al denunciar ante el Ayuntamiento la situación de riesgo que se está sufriendo bajo los soportales de La Corredera. Más aún tras haberse contabilizado en 7 años la caída de 3 de estas grandes lámparas.

En concreto, Manuel Cachinero presentó su primera denuncia el 18 de mayo del 2011, al advertir el mal estado de los anclajes de estas lámparas y después de haber registrado dos caídas en enero de ese año y otra poco después, frente a los números 2 y 5 de la plaza.

En febrero del 2012 Cachinero volvió a alertar del riesgo, que de nuevo puso por escrito ante el Ayuntamiento el pasado mes de abril, un par de semanas antes de la caída de una lámpara, la tercera de la que tiene constancia, en el entorno de la salida de la plaza por la calle Toril.

DIFÍCIL REPOSICIÓN / En todo caso, la inspección de los anclajes evitará una de las circunstancias que se venía advirtiendo. Otra coa será la reposición de piezas, ya que se trata de elementos con una producción limitada, en este caso con diseño de Juan Cuenca, igual que las farolas de la plaza de La Corredera.

Al respecto, la teniente de alcalde recordaba ayer lo complicado que resulta al Ayuntamiento, por meras razones económicas, realizar compras excesivas (hay que ajustar mucho los cálculos) y de costes de almacenajes de materiales de mobiliario urbano para sustituciones futuras (desde baldosas a lámparas de determinado diseño, pasando por bancos, vallados, cierres, etcétera). Así, «cuando se trata de piezas que son especiales, que son parte de la identidad de un barrio, se pueden volver a encargar, pero es un esfuerzo notable para el Ayuntamiento, y no resulta fácil», resume Pernichi.