Mientras Córdoba lucha por derrotar al coronavirus, hay un lugar en la ciudad en la que la vida sigue sin apenas cambios para sus singulares residentes. Se trata de los animales del Zoo de Córdoba, que continúan con su rutina, eso sí, sin recibir la visita de los niños y mayores que acudían a verlos hasta el cierre obligado por la pandemia.

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El zoo cordobés es uno de los centros municipales que ha cambiado menos su dinámica de trabajo en las últimas semanas, ya que la atención diaria a los animales así lo requiere. Son más de 520 criaturas de 101 especies las que viven en el zoo, por lo que los trabajadores siguen acudiendo a cuidarlos. «La única diferencia que hay con respecto a una época normal es la ausencia de los trabajadores que por sufrir el covid-19 se han dado de baja. Hay ahora mismo aquí ocho cuidadores, el capataz, el veterinario, la conservadora, un peón y un oficial, además de yo mismo», dice Antonio Torrecilla, el director de esta instalación.

Por ejemplo sigue con su labor el veterinario, Rafael Guerra, que estos días hace hasta las operaciones que sean necesarias a los animales que estén enfermos. Guerra, que lleva doce años en el zoo, asegura que esta crisis habría tenido un impacto menor de haber opinado los veterinarios, pues están habituados a tratas epidemias como la gripe aviar o el ébola.

La labor conservadora

Igualmente trabaja cada día la conservadora Pepa Ruiz con la misma pasión que siempre. Al encontrarnos ahora en primavera, las especies están en su fase habitual de traer crías al mundo. Desde el cierre del zoo por el coronavirus han nacido «dos ovejas, tres cabras montesas o un búho real, entre otros», asegura Ruiz.

El zoo cuenta con animales de diversas procedencias, unos han nacido allí pero otros han llegado de maneras diferentes. «Llegan por intercambios con otros zoos o por haber sido decomisados a gente que los tenía sin documentación. También otros están por un acuerdo con la Junta que trae animales que han tenido algún problema, con un tendido eléctrico o por haber sufrido un disparo, por ejemplo, que ya no se pueden liberar en la naturaleza y se llaman irrecuperables. Las crías que tienen los irrecuperables hablamos para liberarlos en libertad», apunta la conservadora del zoo que además señala que «igualmente damos animales que tenemos en excedencia a otros zoos para no crear un problema consanguinidad».

En la instalación hay animales únicos en España como ejemplares de gibón de mejillas blancas que «pertenecen a un programa de especies amenazadas. Esta especie solo está en Córdoba. En general, todos los primates que hay pertenecen a un programa de conservación europeo».

Hay además animales muy apreciados por los niños que ahora están sin visitantes. Se trata, por ejemplo, de las dos jirafas, Bulería, y su hija de tres años Kenia. También hay cuatro osos que llegaron a Córdoba procedentes de un zoo privado. «Para que vinieran los cuatro osos mandamos a los dos que teníamos a un zoo portugués», apunta Pepa Ruiz, mientras observa cómo se dan sus chapuzones, ajenos a todo lo que está ocurriendo en el mundo. Los tigres y los leones no faltan en la oferta de la instalación, al igual que tapires como Pepe que disfruta con la atención de cuidadoras como Silvia Villarejo que cuenta que «interactuamos con ellos para que cuando haya que tocarlos para ver si sufren algún problema, podamos hacerlo más fácilmente».

Las cifras de visitas

El director cuenta que el zoo acumuló en 2019 89.000 visitas y que en el puente del Día de Andalucía hubo cerca de 6.000. «Ahora a partir de febrero y hasta junio es la época del año en la que se concentra el mayor número de visitas de escolares entre semana y no escolares en el fin de semana», dice Antonio Torrecilla, que cuenta además con resignación que «en esta época teníamos previstas muchas visitas escolares, aparte de aulas especiales, que están enfocadas a personas con discapacidades. Todo esto se cayó en cuanto cerraron los colegios».

Los animales cuentan estos días con los mismos cuidados de siempre, hasta reciben los llamados enriquecimientos que «se le realizan a todos, para darles la posibilidad de desarrollar algunas de las particularidades de que disfrutan en la naturaleza pero que en un recinto cerrado no pueden conseguir ellos mismos. Se les da así la oportunidad de oler o buscar para que estén mejor», apunta el director del zoo que además se queja de que «la falta de gente es para nosotros muy importante. Uno de los pilares de la labor del zoo es la educativa y de concienciación que se hace con personas».

Para estar en cierta medida conectados con sus visitantes habituales, la organización del zoo ha previsto reforzar su presencia en redes sociales. «Vamos a poner en marcha una visita virtual con códigos QR. Así los menores podrán trabajar en la búsqueda de los animales en su propias casas, a través de vídeos didácticos», apunta Antonio Torrecilla.