María Dolores Jiménez es desde hace menos de una semana la nueva presidenta de la Asociación de Empresarios de la Construcción de Córdoba, Construcor. La que fuera máxima responsable de la Cámara de Comercio entre el 2006 y 2010, se ha convertido en la primera mujer que preside esta asociación, que pretende dirigir hacia otro rumbo más acorde con los nuevos tiempos.

-¿Qué metas se marca al frente de Construcor?

-Devolver poco a poco al sector y a sus empresas a su lugar después de la peor crisis que podamos recordar. La construcción ha perdido mucho del valor social y de la buena reputación que tenía, desde el punto de vista del desarrollo y el empleo. Hay que recuperar el orgullo como empresarios y profesionales de que realizamos una actividad empresarial no solo tan normal como cualquier otra, sino tremendamente importante, porque la construcción ha sido, y seguirá siendo, uno de los motores de la economía.

-El consejo de gobierno de Construcor tiene una composición variada, ¿qué persigue con ello?

-Reflejar los nuevos tiempos. Han cambiado los procesos, los agentes que intervienen y las formas de empresas y negocios. Hay más profesionalización y se nota. Y hay una especial preocupación con la innovación y los impactos medioambientales. Para nosotros, la sostenibilidad es más importante que nunca.

-¿Cuál es la realidad de los sectores de la construcción e inmobiliario tras la crisis vivida?

-Muy difícil porque la crisis no ha afectado solo a nuestros sectores de la construcción y la promoción, sino que estamos ante un profundo cambio llevado por la innovación y lo tecnológico. Es difícil que vayamos a ver demandas de edificación como las de antes porque el empleo, las necesidades y las composiciones de los hogares son diferentes, como también es difícil que la obra pública se recupere.

-¿Qué perspectivas de futuro tienen esos sectores?

-Con innovación y capacidad de respuesta a las nuevas demandas, muchas. Las rehabilitaciones irán cobrando importancia más allá de los planes públicos. Las cuestiones tecnológicas en la construcción y el impacto medioambiental ya lo tienen y seguirán creciendo, como las soluciones energéticas, así como la internacionalización de las empresas. Eso sí, estamos hablando de plazos largos pero más sostenidos. Por eso soy optimista a medio y largo plazo, porque tendremos un sector más sano, muy profesional y recogiendo muchas actividades que estaban dispersas.

-¿Qué papel va a jugar Construcor para reactivarlos?

-De momento, reflejar esa realidad, procurar que se movilicen todos los recursos posibles para nuevos proyectos y contar con la participación de cuantos agentes sean necesarios, estén o no en nuestros sectores. Desde Construcor, vamos a poner en marcha una readaptación de sus estructuras para hacer frente a esta realidad. Antes de las elecciones, Construcor revisó sus normas de organización para abrirnos a esos distintos agentes y operadores con capacidad para intervenir de manera directa o indirectamente en las actuaciones que van a ser determinantes para recuperar la actividad del sector.

-¿Será más beligerante Construcor con las administraciones a la hora de reclamar obra pública?

-Por supuesto, pensando en que las inversiones previstas tienen que ejecutarse, no quedarse sin gastar y luego perderse. Además, no se trata solo de nuevos proyectos, que siempre hacen falta, sino de rehabilitaciones, conservaciones, etcétera. Reivindicaremos todos los proyectos de infraestructuras que son imprescindibles y que son muchos, aunque tengan una tipología diferente en el futuro. Pero, sobre todo, vamos a exigir agilidad y rapidez en las gestiones administrativas, comenzando por las licencias. Tenemos que ser conscientes de los enormes perjuicios que se le causan a las empresas cuando se tardan tantos meses, y hasta más de un año, en darles las licencias. Si pensamos en la palabra paro, seguro que se entiende.

-¿Qué proyectos considera más prioritarios de los pendientes?

-Hay que reanudar y acabar los que se encuentran paralizados, que son demasiados, y algunos de ellos fundamentales para mejorar la economía de la ciudad y la creación de empleo, que es una de las urgencias. Esta parálisis, que no tiene explicación, es una losa para reivindicar la ejecución de otras infraestructuras y, desde luego, un problema que aleja y desincentiva la inversión empresarial. Todos tenemos en mente las carencias en equipamientos que son indispensables y eso afecta a la imagen de la ciudad, a la marca Córdoba, más de lo que nos imaginamos. La competencia entre las ciudades es más fuerte que nunca y una de las cosas claves son las infraestructuras disponibles.

-¿Por qué hay tanta obra paralizada?

-Parece evidente que la planificación de algunos proyectos no estaba bien hecha. Otros no contaban con los vínculos necesarios por parte de las administraciones implicadas. También está el empeño irreal de adjudicar las obras sobre unos precios que hacían imposible su ejecución. Sobre esto último quiero decir que hay que hacer las cosas bien y no querer que se hagan muy por debajo de su precio. Eso trae luego consecuencias malas para todos. Una de las cosas importantes que debe traer la mejora del sector es que el rigor y la transparencia vayan de la mano en estos procesos con las administraciones.

-¿Cómo ve la situación de Córdoba en comparación con la del resto de ciudades andaluzas?

-Con bastante preocupación después de ver la tasa de paro de finales de octubre. Es verdad que en todas las ciudades y provincias andaluzas hay carencias en infraestructuras y equipamientos. Pero no en todas hay un proyecto de futuro reconocible, sin importar los colores políticos, y en Córdoba no acaba de verse.