El empresario cordobés Rafael Gómez salió ayer de la cárcel cuando se cumplen justo un año y cuatro meses de su entrada en prisión, el pasado 4 de diciembre del 2017 por un delito contra la Hacienda Pública, por impago de 28 millones de euros. Se cumple además un cuarto de la condena, plazo mínimo fijado habitualmente para la concesión del tercer grado penitenciario. Un nutrido grupo de familiares y amigos, entre ellos, su mujer, sus hijos y sus nietos, acudieron a primera hora de la mañana para recibir en la puerta a Rafael Gómez, aunque tuvieron que esperar más de cuatro horas para encontrarse con él, ya que Instituciones Penitenciarias, que prohibió expresamente el acceso a los medios al párking interior, no quiso adelantar la hora de salida respecto al resto de internos para evitar un trato preferencial. Visiblemente contento, poco después de las 14 horas, Rafael Gómez recibía el aluvión de abrazos y besos de los que le esperaban, tras lo cual se montó en el coche junto a uno de sus hijos. Antes de marcharse, se detuvo en la puerta para salir del coche y saludar efusivamente y atender a los medios de comunicación y a un funcionario de prisiones, representante de la plataforma Tu abandono es mi muerte (que reclama la dignificación laboral de estos trabajadores), que aprovechó para visibilizar sus reivindicaciones. «Los funcionarios son extraordinarios», aseguró Gómez inmediatamente ante las cámaras, «los internos son maravillosos, los funcionarios son espectaculares en el trato con nosotros, el comportamiento de los médicos y los enfermeros en general, todo el mundo son maravillosos», recalcó en varias ocasiones. Cabe recordar que durante su estancia en prisión, el empresario ha estado alojado en el módulo de Enfermería, donde se instala a los internos con algún problema de salud.

El paso por la cárcel parece haberle impactado positivamente y no dudó en asegurar: «He tenido una experiencia muy bonita, en la calle la gente no sabe cómo funciona el centro, pero puedo decir que es un ejemplo a seguir porque todos los que trabajan son maravillosos con los internos y eso tenemos que agradecérselo porque hacen una gran labor y a cada uno de los internos tratan de darnos lo que necesitamos».

Respecto a su estado de salud, dijo encontrarse bien. «Estoy bien, he estado bien atendido», antes de insistir en que «los compañeros son muy buenas personas, los internos tienen sus dificultades y sus cosas, pero estoy contento de haberlos conocido».

Rafael Gómez entra al centro de inserción social de Las Quemadas, ayer, horas después de salir de la prisión. SÁNCHEZ MORENO

Aunque visiblemente más delgado que cuando entró en prisión, no parece que fuera porque no le guste la comida, ya que también tuvo piropos para los responsables de la cocina del centro penitenciario: «La comida es excelente, ojalá que en el 99% de las casas se comiera como se come aquí, es una comida excelente y por lo tanto digo que estoy contento porque el trato es maravilloso», sentenció antes de pronunciar sus palabras mantra hacia la prensa y montarse en el coche camino de su casa: «Gracias, os quiero hermanos». Según pudo saber este periódico, la defensa de Gómez presentó ayer las alegaciones al recurso de la Fiscalía, que se opone a la decisión del juez de conceder el tercer grado, ya que cree que existe riesgo de reincidencia por su implicación en el caso Malaya «aunque ese juicio ya se celebró, está cerrado y no tiene vinculación con esta causa», apuntan desde los círculos cercanos al empresario.

LA MULTA // Con Gómez disfrutando del régimen abierto, que le permitirá pasar el día libre con la condición de dormir en el Centro de Inserción Social del Polígono de Las Quemadas, queda pendiente el pago de la multa de 112 millones de euros impuesta, que «se sigue abonando con su pensión íntegra e ingresos que realizan sus hijos», según fuentes del caso.