El empresario Rafael Gómez pasará este martes su última noche en el Centro de Inserción Social dependiente de Instituciones Penitenciarias. Fuentes de toda solvencia han manifestado a este periódico que a partir del miércoles no tendrá que regresar para dormir allí gracias a la instalación de una pulsera telemática en uno de sus tobillos, que le permitirá continuar cumpliendo condena en el tercer grado con esta medida de control.

Las mismas han subrayado que este nuevo paso en su acceso a la libertad plena ha sido posible por encontrarse en el citado grado y también debido a su buen comportamiento como interno.

Este conocido empresario cordobés, que en los últimos años, además, lideró el principal grupo de la oposición en el Ayuntamiento de Córdoba con el partido Unión Cordobesa (UCOR), ingresó en la prisión de Alcolea el 4 de diciembre del año 2017.

La entrada llegó después de que la Justicia le hallase responsable de dos delitos contra la Hacienda pública con los que dejó de abonar alrededor de 29 millones de euros a través de los impuestos de dos de sus empresas.

Por tanto, además de la condena a cinco años y tres meses de prisión, se le exigió el pago de la citada cantidad en concepto de responsabilidad civil y el abono de una multa de en torno a 112 millones de euros.

Acerca de estas penas, las mismas fuentes han indicado que Gómez ha abonado parte de esa sanción, sin poder precisar de cuánto dinero se trata. También han comentado que esta actuación podría contribuir a que no tenga que cumplir, finalmente, la pena completa de privación de libertad. Esta fue recogida en la sentencia dictada por el juzgado de lo Penal número 3 de Córdoba en el año 2017.

En los días previos a su entrada en la cárcel, el empresario afirmó a este periódico que "yo sí sé que soy inocente soy inocentey lo sabe todo el mundo". A principios de este año, trascendió la noticia de que saldría de prisión después de lograr el tercer grado penitenciario. La web de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias recuerda que el último grado es la libertad condicional.