Córdoba respira una mala calidad de aire. No es una afirmación vacía o una frase hecha, si no la constatación científica de un hecho que recoge, por ejemplo, el último Informe de Medio Ambiente de Andalucía (IMA), publicado por la Junta de Andalucía hace unas semanas. En ese diagnóstico se precisa que en la capital, el 15% de los días del 2018 (año al que corresponde el informe), es decir casi 55 jornadas al año, se respiró aire no admisible para la salud humana. Solo la zona industrial de Bailén y Villanueva del Arzobispo (Jaén), debido a su particular orografía entre dos sierras, superan los datos de Córdoba en la comunidad andaluza. Añadan un dato más: la contaminación del aire de Córdoba proviene en un 94% del tráfico privado.

Después de la aprobación el martes, por parte del Consejo de Ministros, de la declaración de emergencia climática y ambiental de España, nos preguntamos: ¿qué tiene que hacer Córdoba para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero?

MARCO NORMATIVO

TRES DE TRES Las administraciones españolas trabajan para dotar la lucha contra el calentamiento global de un marco normativo. Como se ha dicho, el Consejo de Ministros aprobó el martes una declaración con la que el Gobierno se compromete a adoptar 30 líneas de acción para luchar contra el cambio climático. Además, el Gobierno anunció que enviaría al Congreso en breve un proyecto de ley de cambio climático, que incluirá, entre otras cuestiones, la obligación de que las localidades de más de 50.000 habitantes, entre las que se encuentra Córdoba, creen zonas de bajas emisiones, al estilo del conocido Madrid Central. En la capital cordobesa, por cierto, tenemos un antecedente de esas zonas restringidas al tráfico desde hace varias décadas: la zona ACIRE, que regula la movilidad de residentes y no residentes en el casco histórico.

La Junta de Andalucía, por su parte, aprobó en el año 2018 la ley andaluza de medidas para el cambio climático, y el pasado 8 de enero, el Consejo de Gobierno andaluz aprobó un plan de acción contra el cambio climático, en el que se le da un año a los ayuntamientos andaluces para que elaboren sus propios planes de acción.

El Pleno de Córdoba también aprobó por unanimidad el 14 de noviembre una declaración de emergencia climática. Con ella, la Corporación se comprometió, por ejemplo, a que al menos el 42% del consumo eléctrico del Ayuntamiento y las empresas municipales sea de energías renovables y a reducir un 40% las emisiones de gases antes del 2030.

EN LA CIUDAD

HACIA UNA MOVILIDAD SOSTENIBLE El concejal de Movilidad, David Dorado (Cs), es consciente de que la principal fuente de contaminación en Córdoba es la emisión de gases procedentes del tráfico, pero de momento este equipo de gobierno no ha avanzado en la restricción de nuevas zonas al tráfico rodado ni ha informado de que tenga intención de hacerlo próximamente.

La última vía importante que se cerró al tráfico en el pasado mandato en Córdoba fue la calle Capitulares. El anterior equipo de gobierno tenía previsto, además, trabajar en la peatonalización de Ciudad Jardín, pero el plan se topó con la oposición de parte del vecindario de este barrio y, finalmente, quedó parado.

La exconcejala de Medio Ambiente, Amparo Pernichi (IU), cree que el Gobierno obligará a los ayuntamientos a restringir el tráfico vía decreto-ley. «Si no están convencidos, los van a obligar. Y es que o cambiamos de hábitos o tendremos un problema», asegura la concejala, para quien el Consistorio cordobés debería seguir profundizando en las medidas de apaciguamiento del tráfico (con el establecimiento, por ejemplo, de zonas 30).

Además de la vía expeditiva de la restricción, el Ayuntamiento tiene, en efecto, varias líneas de acción para tratar de reducir las emisiones: por un lado, fomentando el transporte más sostenible (bicicleta y vehículos eléctricos), el uso compartido de vehículos, el transporte público y el de vehículos de baja o nula contaminación (híbridos y eléctricos). Para el fomento de este tipo de vehículos no solo habría que adecuar más carriles bici y mejorar los aparcamientos para este tipo de transporte, si no premiar fiscalmente el uso de vehículos menos contaminantes. Dorado recuerda, también, que el Ayuntamiento está apostando desde hace unos años por la adquisición de vehículos híbridos, eléctricos y de gas en todas sus flotas (Aucorsa y Sadeco, especialmente), y se ha comprometido a instalar nuevos puntos de recarga de estos vehículos en la vía pública.

Por otro lado, el Ayuntamiento de Córdoba está elaborando una nueva ordenanza de movilidad que debe dar respuesta al uso de los nuevos vehículos, como los patinetes y bicicletas eléctricos, y que debe recoger las recomendaciones de la última diligencia de la Dirección General de Tráfico en esta materia. Otra tarea pendiente.

Ana de Toro, técnico de protección ambiental del Servicio de Protección Ambiental (SEPA) de la Universidad de Córdoba, considera que el «gran caballo de batalla» en emisiones es la movilidad, para lo que es clave «la política del palo y la zanahoria: restricciones pero con fomento de la movilidad más sostenible». Desde el SEPA, por ejemplo, se busca fomentar el uso de la bicicleta y para ello se ha puesto en marcha un sistema de préstamo de bicis para ir a Rabanales (Ciclocampus).

Guillermo Contreras, de Ecologistas en Acción, apunta otras dos medidas que pueden acometerse desde el ámbito municipal: la creación de una empresa local que comercialice energía renovable a partir de placas solares, como se ha hecho en la ciudad de Barcelona, y ampliar el sombreado y el arbolado urbanos. «La ciudad de Córdoba necesita un cinturón verde, tanto por la Campiña como por la Sierra, y los barrios, como el Campo de la Verdad (en la Acera de San Julián) o el Santuario (en la avenida Virgen del Mar), también están pidiendo más sombras», comenta.

Desde Barrios por el clima, una plataforma formada por asociaciones vecinales, ampas, asociaciones, mujeres, juveniles, culturales y dinamizada por Ecologistas en Acción de Córdoba, proponen incrementar el ritmo de plantación de árboles en Córdoba, que en la actualidad es de unos 1.500 al año y elevarlo hasta los 5.000, (15.000 árboles al final del mandato). «La idea es avanzar en la sombra en la ciudad, ya sea con sombra natural o sombra artificial. No solo el centro comercial tiene derecho a ser entoldado en verano. Los barrios también deberían disfrutar de estas medidas», apunta Guillermo Contreras.

«La apuesta por los sumideros de carbono es fundamental para la reducción de emisiones, ya que se basan en el proceso de fotosíntesis de las plantas. Es sencillo, consiste en poner vegetación para que absorba los gases», añade Amparo Pernichi, que recuerda que en el mandato anterior se incorporaron en los contratos municipales cláusulas medioambientales para premiar en las adjudicaciones públicas a las empresas con mayor sensibilidad ambiental.

En el ámbito de la ciudad, por último, también se pueden reducir gases con la mejora de la eficiencia energética no solo de los edificios municipales, sino del alumbrado público. Para avanzar en estos dos caminos, el Ayuntamiento tiene previsto destinar 1,2 millones de euros de los Fondos Edusi a la mejora de la eficiencia energética.

Asimismo, desde el ámbito municipal y autonómico se puede trabajar en la creación de líneas de subvenciones para la adquisición y sustitución de electrodomésticos antiguos por otros más eficientes.

EN LA CASA

RECICLAR Y CONSUMIR MEJOR Desde el ámbito doméstico también se puede aportar a la reducción de emisiones contaminantes con sencillos gestos y adquiriendo hábitos de consumo más responsable. ¿Cómo? Con una gestión de la basura adecuada y reciclando, con la elección de una climatización responsable, con el ahorro de agua o la adquisición de electrodomésticos de eficiencia energética, como hemos apuntado. Por otro lado, la compra puede convertirse en un gesto revolucionario y puede evidenciar nuestro compromiso con el medio ambiente más de lo que creemos. «El sistema agroalimentario es responsable del 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero, es evidente que hay que meterle mano a eso. ¿Cómo? Pues fomentando los circuitos cortos de consumo, que reduzcan los traslados --el 90% del transporte se sigue moviendo con productos derivados del petróleo-- y la venta directa, con modelos como el del Ecomercado de Córdoba», explica Guillermo Contreras, de Ecologistas en Acción.

En líneas generales se aconseja escoger materiales perdurables frente a objetos frágiles; elegir productos locales y de temporada, ya que reducen el consumo necesario para su producción y transporte. Al comprar en comercios cercanos, se ahorran las emisiones provenientes del transporte hasta el comercio y, siempre que sea posible, se aconseja escoger productos con recambios y a granel, evitando (en algunos sitios es imposible) los productos envasados y plastificados.

El trabajo, por último, también es un buen laboratorio para reducir la huella de carbono (la cantidad de emisiones que produce el ser humano al fabricar un producto o realizar sus actividades diarias). En la UCO, por ejemplo, llevan unos años midiendo su huella de carbono, el primer paso, sin duda, para empezar a reducirla.