Dos hombres atravesaban en la mañana de este jueves las perchas y asomaban tras las columnas de Dándara, una tienda de ropa en plena avenida de la Viñuela. "Venimos de la comisaría, no os asustéis", avisaron. Con placa en mano, preguntaron por la víctima. No estaba. Y se marcharon, no sin antes dar garantías: "Lo cogeremos". Más tarde, Rebeca se acercó a las puertas y, desde dentro, bloqueó el acceso automático de la entrada. En las esquinas de la Viñuela, el miedo y la preocupación se contagia. Desde que este martes se produjera un atraco con arma de fuegoatracoarma de fuego en este local, mientras la gente tomaba café en el bar de la esquina, los rumores tejen su tela de araña y los vecinos caen presos de ella rápidamente.

"Mi compañera está mal", cuenta la dependienta. "Y yo pues también". Dos días antes, sobre las 18.00, un varón, oculto tras un pasamontañas, entró y apuntó con una pistola a la encargada en ese turno, que se encontraba en el almacén cuando el atracador apareció tras el mostrador. Bajo amenazas, el delincuente agarró el dinero de la caja y obligó a entrar en el almacén, de nuevo, a la víctima. "El tío creía que teníamos más dinero dentro", explica Rebeca.

Esa tarde, como todos los días, la avenida parecía "una feria". Desde que dos maceteros y varios bolardos marcan las fronteras de la calle, el tránsito de personas se ha multiplicado. Ya no circulan vehículos y polvo de tiza colorea el asfalto. Cuando los niños salen del colegio encuentran allí un patio de juegos. Los jóvenes fuman en los bancos y las personas mayores contemplan el vaivén con calma. "Antes veías pasar a las patrullas de la policía por ahí", señala Carlos, gerente de una peluquería en la zona. Pero ahora, "fíjate aquí, una carretera ahí muerta con seis bancos". "Por aquí la policía es que no pasa eh", asegura.

Aquel día, el autor esquivó la marea, entró con el arma y salió con el dinero, dejando como secuela la inseguridad en el barrio. "La pilló sola, pero me podía haber tocado a mí", reflexiona Rebeca. La dependienta atiende una llamada. Una amiga denuncia el robo de un móvil en una tienda de complementos cercana. Los rumores sobre actos de delincuencia se extienden por el barrio. La Policía Nacional confirma que el pasado sábado un hombre atracó la panadería La Cosecha de la calle Sagunto, cerca a la Viñuela. Desde el establecimiento explican que entraron con una navaja y se llevaron dinero y un móvil. Según fuentes policiales, quizás se hayan registrado unos tres casos en un par de meses. Pero en la avenida se disparan de boca en boca.

El atraco ha tensado el día a día de los comerciantes y de los vecinos. Casi pared con pared, las dependientas de una tienda de juguetes sienten miedo. Y la sensación se repite en el barrio. "En ese momento, yo te puedo decir que la calle estaba llena de gente, pero llena de gente", cuenta una comerciante. "Es que tú no te puedes imaginar que te pueden atracar, porque tú no sabes cómo se pone esta calle", señala Carlos, a las puertas de su peluquería. Para él, antes no había la misma tensión que ahora. Y, como al resto de vecinos, los últimos acontecimientos les hacen cuestionarse la seguridad del barrio, mientras la Policía Nacional, con varias líneas abiertas, sigue la pista de un sospechoso.