Tras la cámara, Irene Hens es una de las manos que mece la cuna para hacer posible que una idea se transforme en película. Esta cordobesa nacida en 1982 lleva más de una década dedicada a la producción audiovisual en Sevilla y ha participado en proyectos que han cosechado importantes éxitos entre audiencia y crítica, como el largometraje El autor, de Manuel Martín Cuenca, o las series Juego de tronos y La peste, del sevillano Alberto Rodríguez Librero.

Pero su trabajo alterna los encargos de producción con sus propios proyectos, los que realiza junto con sus dos socios en La Maleta Films, responsables del documental Bolingo, el bosque del amor, aclamado en diversos festivales internacionales y que ha logrado premios como el que concede la Asociación de Escritores y Escritoras de Cine de Andalucía (Asecan) o el festival iraní de cine Cinema Verité. Acaban de terminar otra película de no ficción de corte social, Barzaj, que ahora está en proceso de distribución.

-Usted se dedica a la producción audiovisual, un trabajo que para la mayoría de la audiencia es un gran desconocido.

-Sí. Si tuviera que definir la producción, diría que es la gestión de los recursos humanos, técnicos y económicos de un proyecto. Es la traducción de lo que aparece en un guion a nivel de recursos y cómo esos se van trabando hasta conformar una estructura que permita llevar a buen fin la realización de un proyecto. Eso tiene muchos prismas, desde la labor puramente administrativa de coordinación de producción, a la cabeza pensante que es el director de producción, a alguien que busca la financiación para llevar ese proyecto adelante, que es la producción ejecutiva, o un trabajo más de campo y de logística de rodaje, que es el jefe de producción. Se trata de poner tu granito de arena para que todas las piezas encajen.

-¿Es eso lo que tanto le atrae de este trabajo?

-Me gusta la producción como proceso y porque permite estar más involucrado en todos los estados de vida de un proyecto, como ver el crecimiento de esa idea y cómo funciona, y esa dimensión global es la parte que me interesa. Además, la gestión de los recursos, por lo menos desde mi punto de vista, tiene una parte de creatividad que suma mucho a la hora de evaluar cómo se hacen las cosas y eso se refleja en el proyecto.

-¿La parte creativa, se traduce, al final, en intentar hacer lo mejor con el menor presupuesto posible?

-También, pero tiene otra vertiente y es que estás trabajando con un equipo humano y también hay que articular eso, relacionarte con la gente y que entiendan en qué esquema de producción estás y lograr que defiendan el proyecto como tú. Y eso también se consigue con el trabajo en producción: hablar mucho para lograr que todo el mundo camine en la misma dirección. En los proyectos personales que hago eso es muy bonito contactar con gente a la que le cuentas tu proyecto, a la que dices «queremos tirar por aquí, queremos hacer esto y queremos hacerlo de esta manera». Y cuando la gente se involucra en ello, cuando lo consigues, es muy satisfactorio.

-Eso está muy bien, ¿pero qué pasa cuándo acaba el proyecto?

-Cuando el trabajo está acabado te das cuenta de que lo que estás contando son historias que la gente va a ver, que la va a disfrutar, que le va a hacer pensar. Es la segunda vida del proyecto, cuando tú ya lo lanzas, la gente lo recibe, lo analiza y le llega, le influye para toda la vida o no, o pasa desapercibido totalmente, o interactúa con su percepción de una manera que asegura un poco la supervivencia de ese contenido y de esas emociones que se van transmitiendo. Es muy chulo, porque a veces acabas un trabajo y dices «bueno, tengo la satisfacción del trabajo acabado», pero es que ahí empieza la segunda vida del proyecto. Cuando hablas con alguien que ha visto el trabajo y te dice que su cerebro ha hecho clic, me quedo satisfecha.

-Su trabajo tiene dos vertientes, la producción de proyectos propios y la de obras ajenas, ¿cómo se compagina eso?

-Es una situación obligada, pero a la que le hemos sacado partido. Obligada en el sentido de que emprender un proyecto personal de cine o de producción audiovisual es muy complejo. La formación y los círculos en los que te vas moviendo ofrecen la posibilidad de trabajar en otros contextos que te dan un sustento, a veces incluso para invertirlo en tus propias obras personales. Trabajar en proyectos de otros me sirve para estar en otros ámbitos y con otros equipos, para ver estructuras diferentes, para ver cómo se redimensionan ciertas cosas, para aprender y entender por qué pasan las cosas y cuáles son las maneras de solucionarlo. Y luego se pueden aplicar a tu contexto.

-Vamos por partes. Háblenos de La Maleta Films, su productora audiovisual.

-Es un proyecto que surge hace muchos años y que hemos ido depurando con el paso del tiempo. Estamos tres socios y con los años nos hemos dado cuenta de que lo que tenemos en común es nuestro interés por producir películas del género de la no ficción, como el cine documental. Ese interés nos permite crear, investigar y reflexionar sobre la base de temas que nos interesan (hasta ahora están vinculados con lo social) para crear o articular discursos artísticos. Hemos trabajado con asuntos relacionados con la mujer, con la inmigración, la discapacidad, el futuro, los menores, el desamparo... en esta línea, con mucha capa de discurso artístico que también nos interesa investigar e ir creando.

-Es en este contexto donde surgen proyectos como ‘Bolingo, el bosque del amor’, premiado en el 2017 con el máximo galardón de <b>la Asociación de Escritores y Escritoras de Cine de Andalucía (Asecan).

-Bolingo habla del trayecto que, más o menos desde el corazón de África, realizan las mujeres que viajan al norte de Marruecos buscando el sueño europeo y cómo se quedan en los campamentos de espera y cómo, a la vez, ese viaje de desplazamiento, víctimas de las circunstancias, es también un viaje hacia la maternidad. Así planteamos cómo esas madres se enfrentan a la supervivencia, a la crianza de los hijos y cómo esto es su salvoconducto para permanecer con vida en ese periplo que es ilimitado en tiempo y en un territorio que es muy hostil: los campamentos de espera que hay en la frontera de Melilla. Sobre ese discurso de la mujer, de la inmigración, también trabajamos en este caso con animación, con una propuesta de fotografía muy pensada con la que aseguráramos que a esas mujeres no se las reconociera… En fin, se trataba de ir mezclando las posibilidades que teníamos con las estéticas y con las necesidades y el respeto hacia los protagonistas.

-Acaban de terminar otro proyecto, ‘Barzaj’. ¿Cuál es la temática y cuándo se estrena?

-Estamos definiendo cómo será la distribución del documental. Es un retrato bastante pausado y quizá bastante contemplativo de un espacio donde permanece un grupo de niños de que están atrapados entre dos mundos, entre Marruecos y Europa. En ese contexto es donde esperan los llamados MENA, los menores no acompañados, para cruzar a Europa, a la Península, en los barcos que zarpan desde Melilla. Si te lo cuento así se puede contar como el hilo argumental de un documental social, pero tiene muchas capas encima y mucho trabajo de simbología. Porque, por ejemplo, en la cultura islámica el barzaj representa un tránsito, un estado de espera intermedio en el que están las almas entre el infierno y el paraíso. Sobre esos puntos de partida empezamos a trabajar y a trazar nexos de conexión entre esa realidad social y entre ese planteamiento simbólico y estético. Y en ese mundo trabajamos. Es relativamente complejo a nivel de distribución porque son productos un poco complicados de comercializar, pero estamos contentos porque es como la pata que nos alimenta el espíritu, digámoslo así.

-No parecen proyectos sencillos.

-Son proyectos costosos a nivel personal porque requieren mucho tiempo de investigación sobre la temática con la que trabajamos, ya que intentamos hacerlo con la mayor honestidad posible y sin hacer un ejercicio sencillo de posicionamiento. Procuramos ver todos los prismas de la realidad a la que nos enfrentamos sin hacer un juicio de valor y sobre eso vamos construyendo y trabajando las técnicas artísticas que nos interesan para generar un producto que sea relativamente complejo en ese sentido. Además, son trabajos complicados porque, en muestro caso, son en versión original (por ejemplo Bolingo estaba rodado en inglés porque las mujeres nigerianas hablaban esta lengua, y Barzaj está en árabe).

-Vayamos a los proyectos ajenos. Como productora también ha trabajado en películas de las que hacen pensar, como ‘Remember me’ o ‘Parking’ (‘Sin aliento’), pendientes de estreno.

-Sí, en eso he tenido suerte. He trabajado en proyectos que tienen dimensiones muy diferentes y lo he hecho tanto en producción de estructuras bastante potentes hasta en pelis españolas que se comercializan como películas de autor o coproducciones internacionales. He podido ver muchos modelos de producción, que era lo que a mí me interesaba, y eso te ayuda a completar y a ver dónde estás tú y qué puedes aportar. Estoy contenta con los proyectos para los que me han llamado.

-Ha trabajado en proyectos como ‘Juego de tronos’, en dos ocasiones, incluido en el último capítulo. ¿Cómo se afronta el trabajo de producción de un monstruo como ése?

- La verdad es que he tenido mucha suerte porque a mí me llamaron del servicio de producción de Sevilla que había trabajado con ellos, que es Fresco Film, y para mí fue una suerte porque creo que nunca voy a volver a ver una estructura de producción de ese volumen. Para mí era muy interesante analizar cómo funcionan, cómo se comunican, cómo transmiten la información. Porque el trabajo de coordinadora o de secretaria de producción te permite gestionar mucha información, es como la centralita de la que beben muchos departamentos y eso es muy interesante para ver cómo se estructuran las cosas. En este caso, como llevaban tantas temporadas, ya tiene un mecanismo de funcionamiento y es una rueda que funciona sola. Fue una experiencia muy chula, claro, con la confidencialidad de esa estructura, algo que no tenemos tanto en las producciones españolas, o al menos que yo haya visto. Pero es que hay mucho dinero en juego.

- ¿Y ahora en qué anda liada?

-De trabajo de coordinadora estamos viendo varias propuestas, a ver si terminan de salir, y mientras aprovechamos para armar Barzaj y un par de proyectos más que tenemos. Estamos empezando a pisar el mundo de la animación con otro proyecto que se llama Las alturas y que gira en torno al mundo de las porteadoras, el comercio atípico y cómo la instauración de las vallas de Ceuta y Melilla cambia un poco la historia de esos espacios extrafronterizos. Ahí estamos buscando financiación.