Vorsevi, empresa que estudió en el 2005 Fray Albino, concluyó en un informe que los problemas detectados se debían «a la escasa profundidad de las cimentaciones», que son «inadecuadas para el tipo de terreno en el que se apoyan». A esto se unía «la existencia de una capa de arcillas deformables (expansivas)» sobre las que se apoya esa cimentación. El informe señala que «el último año ha sido el de mayor sequía, al menos de los últimos cien años», por lo que «esto, unido a la posible desecación, en determinadas zonas del terreno derivada del arreglo de las tuberías de abastecimiento de agua, ha determinado una desecación y consecuente entumecimiento de las arcillas y consiguiente movimiento estructural, posiblemente incrementado en los casos más graves por la humedad diferencial proveniente del saneamiento público». No obstante, advierte que esto «no hubiera tenido influencia estructural alguna si el terreno no tuviera las características descritas» y la «cimentación fuera adecuada».

Vorsevi advierte de que, al no ser las cimentaciones adecuadas para el suelo existente, «las intervenciones que se llevasen a cabo serán tendentes a paliar o disminuir los daños, pero no a su eliminación en su totalidad», que «resulta imposible». El informe consideraba que se había alcanzado una fase de «estabilización», aunque recomendaba hacer un seguimiento en los edificios más afectados. Luego hubo otros estudios de seguimiento.