La disminución del número de abejas silvestres, además de otros polinizadores, en Europa, ha producido una alarma que ha obligado al Gobierno a plantear un plan de acción nacional. Las principales amenazas sobre los insectos polinizadores, según una comunicación de la Comisión Europea, son el cambio en el uso del suelo, las prácticas agrícolas intensivas y el uso de plaguicidas, la contaminación medioambiental, las especies exóticas invasoras, los patógenos y el cambio climático. Estos factores afectan más a la abeja silvestre, la más afectada por la antropización del campo, según el profesor de Biología de la UCO Francisco Puerta. Estos polinizadores silvestres, afectados por la disminución de la flora natural y la proliferación de los cultivos agrícolas, además de los patógenos, como la varroa, y el empleo de productos químicos, son más sensibles que la abeja de colmena, aunque a esta última también le perjudican los mismos factores, pero, a diferencia de la abeja solitaria o silvestre, la melífera o de colmena no es tan selectiva en cuanto a polinizar (la pérdida de la flora autóctona le afecta más a la abeja solitaria), sino que actúa sobre un variado número de plantas para realizar esta función, aunque, como indica el profesor Puerta, «si desaparecen los dos tipos de abeja, es cuando viene el desastre. Si desaparece la silvestre es cuando viene el problema». A estos factores hay que añadir la sequía de este año, que tiene muy preocupado al sector apícola, que está produciendo problemas en la alimentación de las abejas.

Apicultura cordobesa

La alerta desatada hace unos años ante el aumento de la mortandad de la población de abejas, que también afectó a Córdoba, parece que en la provincia ha disminuido con respecto a años anteriores. Según un respetado apicultor montoreño, Lorenzo Ruiz, persona que ha tenido puestos de responsabilidad en el sector dentro de Andalucía y con una gran experiencia en este tipo de ganadería, el número de abejas de colmena se está manteniendo en Córdoba, aunque la mortandad ha aumentado en los últimos años. Esta igualdad de la población se debe al aumento del número de colmenas, que en los seis o siete últimos años ha pasado en Córdoba de 40.000 colmenas a 60.000, aunque no todas pertenecen a apicultores profesionales, sino que un pequeño número son de personas que en los años de la crisis intentaron obtener un ingreso extra a través de la apicultura.

La pérdida de la flora autóctona y de su variedad, a favor de las plantaciones agrícolas, ha disminuido la calidad del entorno ambiental, lo que ha llevado a disminuir la producción de miel de una colmena, que ha pasado drásticamente en los últimos veinte años de tener 30 kilos de miel a una media en el 2018 de ocho kilos. Según Ruiz cada colmena tiene menos kilos y menos abejas. Córdoba tiene dos zonas principales apícolas. la Sierra de Hornachuelos, que es la que más colmenas concentra --posee unas 40.000--, repartiéndose el resto entre la Sierra de Cardeña-Montoro y, seguida a más distancia, por las que se ubican en la sierra Subbética.

Respecto al número de profesionales de la apicultura que hay en la provincia de Córdoba son 250, aunque se pueden contabilizar unos 480 apicultores que no se dedican en exclusiva a este tipo de explotación, con la salvedad que indica Lorenzo Ruiz de que la mayoría de los apicultores de la Sierra de Cardeña-Montoro no proceden de Córdoba, sino de Andújar, que históricamente ha desplazado sus colmenas a esta zona, buscando una de las estrellas de la sierra, la jara, que, aunque no produce miel, en cambio da un polen «buenísimo», según Francisco Puerta. Precisamente, Puerta define la apicultura como «una de las últimas ganaderías trashumantes», con el traslado de las colmenas de un lugar a otro, como ocurre, concretamente en Córdoba, con las colmenas valencianas (una de las tres zonas principales productoras apícolas junto con Extremadura y Andalucía), en busca del girasol. Además, Córdoba, aunque se encuentra en la media de las provincias andaluzas en el sector de la apicultura, es el centro de la actividad con la feria Expomiel, organizada por la Diputación, con 22 ediciones y el añadido de la celebración de unas jornadas científicas.

Ante la situación creada en la polinización, el Parlamento europea ha prohibido el empleo de ciertos productos químicos para controlar las plagas, y que son tóxicos para las abejas, lo que supone un avance. A pesar de ello, los apicultores tienen su esperanza puesta en el Gobierno español para que proteja la apicultura, pues España es el país europeo que cuenta con más apicultores profesionales y la miel española es la mejor considerada.

Peligros del futuro

Ante la perspectiva de que la legislación europea proteja a los polinizadores, donde la abeja de colmena ha tomado una importancia que nunca antes ha tenido, sobre le sector aparecen dos peligros. Uno, en el plano ambiental, con la próxima llegada a Córdoba de la avispa asiática, un competidor que «nunca han tenido» los apicultores cordobeses, indica Francisco Puerta, para quien es una incógnita lo que va a pasar con las colmenas. Por otra parte, Lorenzo Ruiz denuncia la comercialización de la miel, principalmente en el etiquetado, que conteniendo solo un 1% de miel española se considera tal; y la introducción de sucedáneos de China, además de exigir a los productos de otras nacionalidades idéntico etiquetado. A esto se añade que los precios a los que se compra en origen la miel están por debajo del coste.