La imagen política e institucional de Córdoba ha dado un importante y sustancial giro en los últimos años. El techo de cristal en los puestos de mando se está rompiendo y ha entrado con fuerza una generación de mujeres formadas y con talento que van a hacer historia. Por primera vez en la democracia, coinciden en los altos puestos de responsabilidad de la provincia tres mujeres socialistas, Isabel Ambrosio, en la Alcaldía; Rafaela Valenzuela, en la Subdelegación del Gobierno, y Esther Ruiz, delegada del Gobierno de la Junta que, además, tendrán como interlocutora en el Gobierno de la nación a otra política cordobesa, Carmen Calvo, y en el Gobierno de la Junta a dos consejeras también de la provincia, Marina Álvarez al frente de Salud, y Rosa Aguilar, al mando de la Justicia. Un equipo femenino que ha cambiado la foto fija del traje de chaqueta y corbata dando colorido y otro talante a la imagen institucional de la ciudad.

Esther Ruiz entiende que Córdoba se convierte en «una referencia nacional» en este sentido, porque ninguna otra provincia ha conseguido de momento esta coincidencia de cargos femeninos. «Es el ADN de nuestro partido, el PSOE, que está apostando por las mujeres, por su capacidad y talento», asegura la más joven de las seis pero con gran trayectoria política detrás. La primera en romper techos de poder fue Rosa Aguilar: primera alcaldesa de Córdoba; primera mujer portavoz de un grupo parlamentario desde la restauración de la democracia... y luego, ya se sabe, ha sido todo, ministra con Zapatero, de Medio Ambiente, medio Rural y Marino, y tres veces consejera de la Junta, de Obras Públicas, Cultura y ahora Justicia.

También ha roto un «buen muro» Rafi Valenzuela, al convertirse en este mes de julio en la primera mujer subdelegada del Gobierno de España, cargo ostentado solo por hombres hasta el momento. A Esther Ruiz la precedió en el cargo, sin embargo, otra mujer, Rafi Crespín, que hoy ostenta también un cargo orgánico de responsabilidad como secretaria de Organización del PSOE de Córdoba. Esther Ruiz dice sentirse «muy orgullosa de que se visibilice el papel de la mujer en la ciudad» y asegura que con su trabajo y esfuerzo «vamos a traer grandes éxitos» a la provincia. La delegada del gobierno resalta de «la forma» de hacer política de las mujeres «nuestra capacidad de diálogo, de empatizar con los colectivos, y vamos a demostrar una complicidad en pro de la igualdad». Añade también que «vamos a apostar por la educación y la cultura, que son fundamentales para que la sociedad progrese».

Para la alcaldesa, Isabel Ambrosio, esta coincidencia por primera vez de cuatro mujeres cordobesas en los máximos puestos de responsabilidad política, «a estas alturas de la batalla, nadie piensa que pueda ser casual» porque «sería como negar el esfuerzo y la entrega de todas esas mujeres valientes y decididas que sin temor a represalias lucharon por la igualdad», Y como herederas de su esfuerzo, dice Ambrosio, «sabemos que no estamos aquí solo por añadir color a un blanco y negro que sigue destrozando y arrebatando la vida de mujeres». La alcaldesa entiende que para haber llegado a estos puestos políticos «hemos tenido que superar muchas barreras». Para empezar, insiste, «la de demostrar que no solo somos lo simbólicamente adecuado, sino que estamos capacitadas para desempeñar este trabajo». Así pues, asumen su papel «con toda la responsabilidad y con toda la ilusión de ser esa imagen con las que muchas mujeres soñaron». Esther Ruiz también recuerda a las mujeres que la precedieron en su familia, «pues en mi casa se ha vivido la cultura del esfuerzo, con una mente muy abierta a la igualdad». Lo mismo piensa Rafi Valenzuela, que agradece a todas las mujeres de la posguerra «su generosidad» para que estudiaran sus hijas». Por ello, «hoy, estar aquí, en este puesto, y normalizar que haya una mujer, me parece un regalo». Valenzuela, que admite que existe «mucha fluidez y complicidad» entre las tres políticas», cree que su forma de gobernar se va a notar en que «aportamos una mirada más cercana, más pegada a los problemas reales de la gente, a las pequeñas cosas, sin renunciar a los grandes proyectos». Destaca también su «sentido más práctico» y una «mirada hacia los más débiles» que «nos sale de forma natural porque somos cuidadoras».