Pie de Rey Designs, empresa dedicada a la fabricación de joyería, se constituyó como sociedad en el 2012 pero su artífice, José Javier Romero, lleva dos décadas promocionando la marca y exportando sus productos fuera de España. En el 2002, cuando aún estaba con su padre, fabricante de joyería desde 1973, empezó a vender a nivel nacional y, poco después, de forma internacional. En las exportaciones vio una oportunidad y con ellas ha seguido, aunque reconoce que este último año «ha sido muy duro».

Mientras que enero y febrero fueron meses «normales y buenos», en los que se «registraron bastantes ventas», a partir de la entrada del coronavirus en marzo, «se quedó todo congelado» y «los que tenían pedidos de fabricación, los pararon; los que tenían pedidos sin confirmar, dijeron que los dejaban para más adelante, y los pagos se retrasaron», por lo que «fue ruinoso», asevera. A eso se sumó, añade, «el desconcierto» que generaron los expedientes de regulación de empleo.

A pesar de todo, en su caso la facturación cayó solo un 30%, pasando de 3 millones en el 2019 a 2,3 en el 2020, mientras que en el resto del sector asegura que se han producido caídas de entre un 20% y un 50%. En el escenario que ha traído el coronavirus, asevera, «los fabricantes que tienen una clientela más ordenada, sobre todo europea, que son cadenas de tiendas que tienen todo perfectamente organizado, han seguido trabajando bien porque la venta online ha subido, ya que el consumo no se ha aminorado en ciertas zonas». En cambio, añade, «los que tenemos clientes más desordenados, que están acostumbrados a verte en persona, como tengo muchos en Sudamérica y Norteamérica, lo hemos notado más porque están esperando que vaya». Este empresario exporta a Chile, Perú y Estados Unidos, donde tiene clientes consolidados, así como a Grecia y Países Árabes. En este último caso explica que los clientes son los que «han ayudado bastante a subir los números al haber aumentado las compras».

La consecuencia positiva de la pandemia es el ahorro de dinero en viajes al cancelarse ferias y no organizar desplazamientos de negocio. «Todo lo que gastamos en ferias», unos 80.000 euros, «se ha quedado como colchón», afirma. A falta de reuniones presenciales, ha utilizado «correos electrónicos y proformas con fotos y precios», pero «de persona a persona se vende más».